Cómo el feminismo facilita casos de abuso infantil como el de Anna Clara

Una niña de 4 años fue abusada sexualmente y asesinada a golpes por el «novio» de su madre en Rivera. Feministas acusan al «capitalismo heteropatriarcal» mientras generan las condiciones para dejar niños y madres desprotegidas, facilitando que más hechos como éste se repitan.

Anna Clara, su madre y padrastro. Descansa en paz angelito.

Mientras la opinión pública en Uruguay permanece consternada ante este horrendo caso de abuso infantil, el feminismo no pierde el tiempo y busca hacer leña del árbol caído, con este desgraciado suceso. Sale en los medios y responsabiliza a la masculinidad toda por las acciones de un degenerado que no representa en absoluto el sentir de la mayoría de los hombres, que nos indignamos profundamente con cada caso de abuso infantil como éste.

Utilización política del homicidio

Pero es más, al intentar responsabilizar al conjunto de los hombres por este caso, el feminismo no solo está cargándole la culpa injustamente a todo el sexo masculino, también está ignorando deliberadamente la relación de este hecho con las consecuencias de la popularización de su propia ideología y la aplicación de las políticas que promueve.

Feministas ideologizan el reclamo de justicia.

El Feminismo y la Impunidad Femenina

La primer falla en la lógica es que si bien fue protagonizado por un pésimo ejemplar del sexo masculino, para consumarse, necesitó también de la complicidad de una mujer que actuó además en consonancia con el discurso feminista, al priorizar su interés sexual personal por sobre la vida de su propia hija.

Por este motivo, en este caso la responsabilidad es compartida, no es, como entendió la justicia, exclusivamente del agresor, motivo por el que fueron ambos procesados por la justicia.

La percepción hemipléjica del hecho hace «la vista gorda» a la responsabilidad de la mujer, culpando al conjunto de los hombres por un suceso desencadenado en parte por decisiones personales tomadas libremente por una mujer adulta. Esto no nos sorprende, ya que es un patrón constante en el activismo feminista (1, 2, 3).

La promoción feminista de la inmoralidad sexual femenina: conflictividad y violencia.

En segundo término, como es de público conocimiento, el discurso del movimiento feminista relativo a la «liberación sexual femenina», ataca cualquier consideración moral respecto a la obtención de placer sexual por parte de las mujeres, generando todo tipo de reclamos disparatados, y consecuencias negativas, tanto para el conjunto de la sociedad como para las propias mujeres que este discurso supuestamente buscaría ayudar.

Al promover la inmoralidad sexual, el feminismo disloca el comportamiento sexual de las mujeres del resto de su vida, (véase feministas en Tinder) generando todo tipo de conflictos de orden psicológico y social, personales y familiares, con consecuencias muchas veces trágicas, como vemos ejemplificado de forma extrema en este caso, con la muerte de una niña inocente.

El ataque feminista al padre de familia facilita la violencia y el abuso infantil

Por último, las políticas misándricas, «anti-patriarcales», anti-familia del feminismo han traído como directa consecuencia el apartamiento del padre de familia del núcleo familiar.

Al estar ausente la figura paterna, llamada naturalmente a la protección de su prole biológica, en particular frente a otros hombres, deja a los niños así como a la propia mujer desprotegidos, a merced de conductas predatorias por parte de una minoría de hombres predispuestos al maltrato de la mujer y los niños, incluso, en particular, por parte de los pedófilos.

Abuso físico infantil. Múltiplos de la tasa para familias con padres casados.

Según datos de abuso infantil recopilados en Estados Unidos (porque en Uruguay no se han difundido estadísticas), las «familias reconstituidas» (donde existe una madrastra o padrastro), que el feminismo pretende normalizar, tienen índices de abuso físico sobre los menores 10 veces más altos e índices de abuso sexual 20 veces mayores que los de las familias en las que los hijos son descendientes directos de sus padres.

Abuso sexual infantil. Múltiplos de la tasa para familias con padres casados.

Llama la atención entonces, que el feminismo pretenda utilizar políticamente un suceso tan sensible como éste, siendo que las políticas que promueve tienen como consecuencia la desprotección de la madre y el hijo, y el facilitamiento del abuso infantil.

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