Lo que el primer acto de Terrorismo Islamista en Uruguay nos dice acerca de los crímenes de odio y el feminicidio

Ataque Islamista Paysandú
Imagen cortesía de El Telégrafo de Paysandú

La Sociedad Uruguaya ha sido conmovida por el primer caso de terrorismo islamista en Uruguay. Al grito de Allahu Akbar («Dios es grande» en árabe), Carlos Peralta, un Uruguayo convertido al Islam, acabó a sangre fría con la vida del comerciante judío David Fremd en Paysandú.

Este tipo de ataques es lo que se conoce como «Ataques de lobo solitario«. Se trata de ataques no coordinados, efectuados independientemente por individuos radicalizados en occidente.

El atacante profesaba admiración por el terrorismo yihadista y expresaba abiertamente su odio a la comunidad judía, el cual lamentablemente decidió consumar en el acto de terrorismo del que toda nuestra sociedad ha sido víctima.

¿Qué vínculo tiene este hecho con la violencia de género?

Este es un caso de asesinato por violencia antisemita. La violencia antisemita es un caso particular de los crímenes de odio, entre los que se incluye a los feminicidios, por considerarse hechos de violencia dirigidos contra los integrantes de un grupo (el género femenino) motivados por el odio o desprecio hacia ese grupo.

Como podemos comprobar en el caso del comerciante judío, el desprecio hacia el colectivo al que pertenece la víctima es explícito, y no existe un conflicto interpersonal entre las personas que explique de otra forma una animosidad que motive el asesinato.

Por contrapartida, en ninguno de los casos categorizados como «feminicidio» por organizaciones feministas uruguayas, existe una expresión explícita de odio hacia el género femenino por parte del homicida. Quienes alegan que se trata de femicidios, interpretan forzadament que existe un desprecio hacia el género femenino en general, y en general  pasan por alto, intencionalmente, la existencia de conflicto interpersonal entre victima y victimario capaz de motivar por sí solo el crímen, sin la existencia de odio o desprecio de género alguno.

La afirmación de que estas víctimas de homicidio, son víctimas de un crímen de odio (que «las matan por ser mujeres»), es en el mejor de los casos una caracterización equivocada y en el peor, un intento cínico de generar un conflicto social a partir de la clasificación artificiosa de una serie de conflictos interpersonales con un desenlace funesto, incitando al odio de género hacia el varón y confundiéndonos peligrosamente acerca de la naturaleza de estos trágicos sucesos.

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