El Islam, el verdadero enemigo de las mujeres que el feminismo oculta – por Luis Alzogaray

Parece razonable que todos tengamos igualdad de derechos, deberes y oportunidades sin distinción de raza, sexo, credo o forma de pensar, pero la cuestión pasa por llevar esa lucha a los países más pobres, liderados por gobiernos tiránicos, regidos por leyes arcaicas y sometidos por radicalismos religiosos.

El pacto tácito entre el feminismo y el islam

En occidente esto no pasa. A pesar de ello, el feminismo se empeña en que aún falta igualdad y, para demostrarlo nos engañan descaradamente. Si en los países occidentales post-cristianos las feministas no encuentran mayores problemas de los que ocuparse, quizás sería mejor fijar su atención en lo que ocurre allende nuestras fronteras, como por ejemplo en los países musulmanes. ¡¡¡¡NOOOOO!!!! Ninguna feminista occidental está dispuesta a criticar la discriminación institucional que existe en esos países (una discriminación REAL, no imaginaria), porque existe un pacto tácito entre el feminismo y el Islam; es el viejo principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Las feministas tienen una narrativa sobre la que han construido toda su ideología, que no es más que una variante del marxismo: la opresión de las mujeres por parte de los varones, del malvado patriarcado, derivado de la religión cristiana. Su gran enemigo es la religión cristiana, en particular la Iglesia Católica. Dado que en el Islam ven (correctamente) a un enemigo de la Iglesia, prefieren hacer caso omiso a todas sus atrocidades.

¿Por qué el feminismo no critica al Islam?

Hay otra razón por su silencio cobarde: si osaran criticar el Islam, su narrativa caería como un castillo de naipes, porque todo el mundo vería enseguida que los lugares donde las mujeres gozan de mayor libertad son precisamente los países que antaño eran cristianos.

De hecho, hay una relación directamente proporcional entre el respeto hacia la mujer en una sociedad y el grado de implantación del cristianismo.

La misoginia en el Corán

Islamistas asesinan a pedradas a mujer identificada como culpable de adulterio.

En el feminismo, existe una aceptación generalizada, hasta el punto de convertirse en axiomática, de que el castigo corporal islámico a las mujeres es de orden cultural, que no deriva del Corán y que actualmente el islam ofrece a las mujeres una vida mejor de la que pueden disfrutar en Occidente. ¿SABÍAS QUE … ?

  • El Corán y la ley islámica tratan a las mujeres como meras posesiones de los hombres
  • El Corán autoriza el castigo físico a las mujeres.
  • El islam también permite el matrimonio infantil, el virtual encarcelamiento de las mujeres dentro de su hogar, el «matrimonio temporal» (como la prostitución, y otras cosas por el estilo.

Según el Corán, las mujeres son inferiores a los hombres, y deben ser gobernadas por éstos:

«Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres porque Alá los ha hecho superiores a ellas» (Corán, 4: 34).

El Corán compara a la mujer con un campo (tierra cultivable) a ser usado por el hombre según su voluntad:

«Vuestras mujeres son vuestro campo de cultivo; id, pues, a vuestro campo de cultivo como queráis» (Corán, 2: 223).

También declara que el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre:

«Y llamad para que sirvan de testigos a dos de vuestros hombres; y si no encontráis dos hombres, entonces, un hombre y dos mujeres que os parezcan aceptables como testigos, de modo que si una yerra, la otra subsane su error» (Corán, 2: 282).

Permite a los hombres casarse con hasta cuatro mujeres, y también tener sexo con esclavas:

«Y si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces casaos con otras mujeres que os sean lícitas: dos, tres o cuatro; pero si teméis no ser capaces de tratarlas con equidad, entonces sólo con una, o con aquellas esclavas que sean de vuestra propiedad. Esto hará más probable que no os desviéis de la rectitud» (Corán, 4: 3).

Ordena que la herencia de un hijo debe ser el doble que la de una hija:

«Con relación a la herencia de vuestros hijos, Alá os prescribe lo siguiente: al varón le corresponde el equivalente a la porción de dos hembras» (Corán, 4: 11)

Indica a los maridos que golpeen a sus esposas desobedientes:

«Las mujeres virtuosas son las verdaderamente devotas, que guardan la intimidad que Alá ha ordenado que se guarde. Pero a aquellas cuya animadversión temáis, amonestadlas, y luego dejadlas solas en el lecho; luego pegadles» (Corán, 4: 34).

Aisha, la más amada de las numerosas esposas de Mahoma, amonestó a las mujeres en forma muy clara:

«Oh, mujeres, si conocierais los derechos que vuestros maridos tienen sobre vosotras, entonces cada una de vosotras limpiaría el polvo de los pies de su marido con su cara».

Mahoma destacaba el hecho de que las mujeres eran posesiones de sus maridos:

«El Mensajero de Alá dijo: ‘Si un marido convoca a su mujer a su cama [para tener relaciones sexuales] y ella se niega y provoca así que él se duerma enfadado, los ángeles la maldecirán hasta la mañana siguiente'».

Esto se ha mantenido en la ley islámica:

«El marido solamente está obligado a mantener a su mujer cuando ella se entregue o se ofrezca a él, lo que significa que le permita gozar en forma absoluta de su persona, y que no se niegue a tener sexo con él en cualquier momento del día o de la noche».

Puede ser que individualmente los musulmanes respeten y honren a las mujeres, pero el islam no lo hace.

El matrimonio infantil en el Corán

El Corán da por sentada la existencia del matrimonio infantil en sus directivas sobre el divorcio. En las consideraciones acerca del periodo de espera requerido para determinar si la mujer está encinta, dice:

«En cuanto a aquellas de vuestras mujeres que han pasado la edad de la menstruación, y aquellas que no la tienen, su período de espera será de tres meses» (Corán, 65: 4).

En otras palabras, aquí Alá está previendo un escenario donde la mujer prepúber no solamente está casada, sino en el cual su marido se divorcia de ella. Una razón de la «revelación» de este versículo a Mahoma es que él mismo tenía una esposa niña: el Profeta:

«se casó con Aisha cuando ella era una niña de seis años, y él consumó ese matrimonio cuando ella tenía nueve años».

Los matrimonios infantiles eran habituales en Arabia durante el siglo VII, y aquí nuevamente el Corán ha retomado una práctica que debía haber sido abandonada hace tiempo, otorgándole el carácter de una revelación divina.

El castigo corporal a las mujeres

Una vez se le dijo a Mahoma que «las mujeres se habían envalentonado con sus maridos», por lo cual él «concedió el permiso para que las golpearan». Cuando algunas mujeres se quejaron, Mahoma señaló: «Muchas mujeres han acudido a la familia de Mahoma para quejarse de sus maridos. Ellas no son de las mejores entre vosotras». Estaba disgustado con las mujeres que se quejaban, y no con los maridos que les pegaban.

En otro momento, agrega: «A un hombre no se le debe preguntar por qué pega a su mujer». Otro hadiz relata que en una ocasión una mujer acudió a Mahoma para pedir justicia. «Aisha dijo que la mujer [vino] usando un velo verde, [y se quejó a Aisha de su marido, y le mostró una mancha verde en su piel causada por golpes]. Entre las mujeres, era una costumbre el respaldarse mutuamente, por lo cual cuando llegó el Mensajero de Alá, Aisha dijo: ‘Nunca he visto sufrir tanto a una mujer como a las mujeres creyentes. ¡Mira! ¡Su piel está más verde que su ropa!'».

No deben salir solas

La ley islámica estipula que «el marido puede prohibir a su mujer salir de su casa», y que «una mujer no debe abandonar la ciudad sin estar acompañada por su marido o por algún miembro de su familia política, a menos que el viaje sea obligatorio, como el haj [la peregrinación a La Meca].

En otras circunstancias, es ilegal que ella viaje, o que el marido le permita hacerlo». Según Amnistía Internacional, en Arabia Saudí «las mujeres […] que caminen sin compañía, o que vayan en compañía de un hombre que no sea su marido ni tampoco un pariente cercano, corren el riesgo de ser arrestadas bajo sospecha de prostitución o de otras ofensas morales».

Violación

Se necesitan cuatro testigos. La mayor amenaza para las mujeres reside en la concepción musulmana de la violación, en la medida en que se conjuga con las restricciones islámicas respecto a la validez del testimonio femenino.

En un juicio, el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre (Corán, 2: 282). Los teóricos de la ley islámica han restringido aún más la validez del testimonio femenino al limitarlo, en palabras de un manual legal (…), a «casos relativos a la propiedad o a transacciones referidas a propiedades, tales como las ventas». En otros casos solamente pueden testificar los hombres.

En los casos de abuso sexual, se requieren cuatro testigos. Éstos deben poder aportar otros elementos aparte de la mera testificación de que se ha producido un hecho de fornicación, adulterio o violación; en este último caso, deben haber sido testigos presenciales.

Esta disposición tan peculiar como demoledora tiene su origen en un incidente de la vida de Mahoma, cuando su esposa Aisha fue acusada de infidelidad. La acusación conmocionó especialmente a Mahoma, porque Aisha era su esposa favorita. Pero en este caso, como en muchos otros, Alá acudió en ayuda de su Profeta, le reveló la inocencia de Aisha e instituyó la estipulación de los cuatro testigos requeridos para los pecados sexuales:

«¿Cómo es que no presentan cuatro testigos para probar su imputación? Pues, ¡si no presentan dichos testigos, son ésos los que, ante Alá, son en verdad mentirosos!» (Corán, 24: 13).

Por consiguiente, es casi imposible probar una violación en los territorios que siguen los dictados de la sharia. Los hombres pueden cometer una violación con total impunidad: si niegan los cargos y no hay testigos, serán absueltos, porque el testimonio de la víctima es inadmisible.

Peor aún, si una mujer acusa a un hombre de violación puede terminar incriminándose a sí misma. Si no se pueden encontrar los testigos masculinos requeridos, la acusación de violación de la víctima pasa a ser una admisión del adulterio. Esto explica el grave hecho de que hasta el 75% de las mujeres encarceladas en Pakistán lo están por el crimen de haber sido víctimas de una violación.

La Mutilación Genital Femenina

Ésta no es una costumbre específicamente islámica, dado que existe en una cierta cantidad de grupos culturales y religiosos de África y del sur de Asia. Entre los musulmanes, prevalece principalmente en Egipto y su entorno. A pesar de que, en el mejor de los casos, hay escasas referencias a esta horrible práctica en el Corán o en los hadices, los musulmanes que la practican la revisten de un significado religioso.

Un manual legal islámico establece que la circuncisión es requerida «tanto para los hombres como para las mujeres». Para el jeque Mohamed Sayed Tantawi, el gran jeque de Al-Azhar, la circuncisión femenina es «una práctica loable que honra a las mujeres».

En su carácter de gran imán de Al-Azhar, Tantawi es, según palabras de un periodista de la BBC, «la mayor autoridad espiritual de casi mil millones de musulmanes sunníes». Quizás a los ojos del jeque Tantawi el dolor que causa a sus víctimas la circuncisión femenina bien vale el resultado; la mayor parte de las autoridades concuerdan en que la circuncisión femenina está diseñada para reducir la respuesta sexual de la mujer, de modo tal que sea menos propensa a cometer adulterio.

Maridos temporales

Para un hombre musulmán no hay nada tan sencillo como el divorcio. Todo lo que tiene que hacer es decirle a su mujer: «Me divorcio de ti», y el divorcio queda consumado.

La aparente crudeza de esta disposición pareciera estar mitigada por este versículo del Corán:

«Y si una mujer teme ser maltratada o abandonada por su marido, no incurrirán en falta si ambos se avienen a reconciliarse pacíficamente: pues lo mejor es la reconciliación» (Corán, 4: 128).

Pero esta apelación al acuerdo no es un llamamiento a un encuentro entre iguales, al menos tal como es interpretado por la Hadiz.

Aisha explica este versículo:

«Se refiere a la mujer cuyo marido ya no quiere conservarla, sino que quiere divorciarse de ella y casarse con otra, y entonces ella le dice: ‘Quédate conmigo y no te divorcies, y cásate con otra mujer, y no tienes que mantenerme ni dormir conmigo'».

La posibilidad de que un hombre se divorcie de su mujer en un rapto de ira y luego quiera reconciliarse con ella da pie a otra originalidad de la ley islámica: una vez que una mujer musulmana se ha divorciado tres veces del mismo marido, debe casarse y divorciarse de otro hombre antes de poder volver con el primero:

«Cuando un hombre libre se ha divorciado tres veces, es ilegal que se vuelva a casar con la misma mujer antes de que ella se haya casado con otro en un matrimonio válido, y que el nuevo marido haya copulado con ella».

Esta indicación ha dado origen al fenómeno de los «maridos temporales». Después de que un marido se divorciara de su mujer en un arranque de resentimiento, estos hombres iban a «casarse» con la infortunada divorciada por una noche para permitirle volver con su marido y su familia.

Licencia profética

Cuando Mahoma ya tenía nueve esposas y numerosas concubinas, Alá le otorgó un permiso especial para tener tantas mujeres como quisiera:

«¡Oh Profeta! Hemos hecho lícitas para ti a tus esposas, a las que has pagado sus dotes, así como a las que tu diestra mano posee procedentes del botín de guerra que Alá te ha concedido. Y [hemos hecho lícitas para ti] a las hijas de tus tíos y tías paternos, y a las hijas de tus tíos y tías maternos que hayan emigrado contigo [a Yazrib], y a cualquier mujer que libremente se ofrezca al Profeta y con la que el Profeta quiera casarse, esto sólo como privilegio tuyo, no de los demás creyentes» (Corán, 33: 50).

Estas profecías tan convenientes son numerosas en el Corán; Alá incluso ordena a Mahoma que se case con la atractiva esposa divorciada de su hijo adoptivo (33: 37).

El deseo de Mahoma ha cosechado amargos frutos.

Estos pasajes del Corán son sólo dos ejemplos de la profunda convicción de que las mujeres no pueden ser iguales a los hombres en cuanto a su dignidad como seres humanos, sino que son objetos concedidos a los hombres y usados por éstos.

La poligamia, desde luego, está basada en esta suposición, y se va trasladando hacia el Oeste con el islam. La poligamia ha pasado a ser tan común entre los musulmanes de Gran Bretaña, que a finales de 2004 los británicos consideraron su reconocimiento a los efectos de la aplicación de los impuestos.

Esposas temporales

El islam chiita, (…) dominante en Irán, también permite tener «esposas temporales». Esto es una provisión para los hombres que quieren tener una compañía femenina por un corto periodo de tiempo. En un matrimonio temporal, o mut’a, la pareja firma un acuerdo matrimonial que es el habitual en todos los demás aspectos, salvo que incluye un límite de tiempo para el mismo.

Una tradición de Mahoma estipula que un matrimonio temporal «debería durar tres noches, y si ellos quieren continuar pueden hacerlo, y si se quieren separar, también». No obstante, muchas de estas uniones no llegan a durar las tres noches. La autorización de esta práctica se basa en una variante chiita de la lectura de un versículo del Corán (4: 24), así como (…) en este párrafo de los hadices:

«Jabir ben Abdulá y Salama ben al-Akwa han relatado: cuando estábamos en el ejército, el Mensajero de Alá vino a nosotros y dijo: ‘Vosotros tenéis la autorización para el mut’a (…), por lo tanto, realizadlo'».

Los musulmanes sunníes, que constituyen el 85% del total, proclaman que luego Mahoma revocó esta provisión, pero los chiitas no están de acuerdo con esa medida. De todos modos, las esposas temporales tienden a congregarse en las ciudades sagradas chiitas, donde pueden ofrecer compañía a los seminaristas solitarios.

Las perspectivas a largo plazo no son nada halagüeñas Mientras los hombres continúen leyendo y creyendo en el Corán, las mujeres van a ser ciudadanas despreciadas de segunda clase, sujetas a la angustia y la deshumanización de la poligamia, a la amenaza de un divorcio fácil y arbitrario; y, lo que es aún peor, van a estar sometidas a golpes, a falsas acusaciones y a la pérdida de la práctica totalidad de las libertades humanas más elementales.

No se trata de fenómenos que se den en un grupo o en un partido, ni de forma efímera. Son las consecuencias de considerar el Corán como la palabra absoluta, perfecta y eternamente válida de Alá. En la medida en que los hombres sigan creyendo firmemente en el Corán, las mujeres estarán en peligro.

Fuentes: un fragmento editado del libro «Guía políticamente incorrecta del islam (y de las Cruzadas)» capítulo 5 de ROBERT SPENCER.

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