La galantería pueril de un efectivo de la Republicana y la paranoia feminista

Guardia Republicana
Guardia Republicana – Fuente: Zona-militar.com

Uruguay es un país paradójico, en el que los sucesos más banales y corrientes, sorpresivamente toman carácter de noticia nacional. Un ejemplo ha sido el caso de un efectivo de la Guarda Republicana que abusó de su autoridad como parte de una fuerza policial para obtener el teléfono de una chica y enviarle un mensaje sugestivo. Algunos, acertadamente consideraron a esto un error de conducta, pero el fanatismo hiper-reactivo del movimiento feminista volvió a dejar en evidencia el carácter paranóico del movimiento.

«Espero que no te enfermes»

Así decía el pequeño gesto de galantería que debe tener al efectivo de la Republicana rojo de la vergüenza, al ver su hasta tímida sugerencia de algo más reproducida sin cuartel por todos los medios Uruguayos.

Alguien piensa que esta utilización de cargos de autoridad para lubricar la seducción solo ocurren cuando quien ocupa la posición es un varón.

Para el feminismo la iniciativa sexual masculina es «violencia machista»

En un acto de risible intento de aprovechamiento político del caso, el «Colectivo Mujer y Salud en Uruguay», otra de las aparentemente infinitas organizaciones feministas que han aparecido estos últimos años en Uruguay, acusó a la Republicana de «Violencia institucional machista».

Claramente en Uruguay hay muchas personas sin mucho trabajo útil que hacer. Efectivos policiales de levante en horario de trabajo, y feministas pretendiendo estigmatizar cualquier iniciativa sexual masculina como «violencia» y motivo para iniciar una casa de brujas contra una persona cuyo único pecado fué ser inapropiadamente simpático.

¿Estas insinuaciones solo las hacen los hombres, como sugiere el epíteto de «machista»?

No. Algunos de los ex-estudiantes de una importante universidad uruguaya, sabrán como nosotros, que eso no es así, y que no una sino varias profesoras – y profesores también – de dicha casa de estudio se han insinuado, y tenido aventuras con los propios estudiantes de sus cursos a los que deberían evaluar. ¿Cuál es la diferencia en este caso? ¿Que nuestro Don Juan de la Republicana no puede hacer insinuaciones porque no es un catedrático? ¿O es que algunos pagamos un precio extra por el mismo «crímen» por el solo hecho de ser hombres?

 

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