Sobre los llamados feministas al exterminio de los hombres – por Martin Alcala

Para quien no entiende el fenómeno del cual estamos debatiendo, pongo como ejemplo una nota de una de las más delirantes, agresivas y hostiles feministas antimasculinas del mundo, columnista del diario británico The Guardian desde hace muchos años, precisamente en una de las naciones donde el neofeminismo y el lesbianismo militante han causado los daños sociales y legales más graves: Gran Bretaña.

Julie Bindel se hizo famosa por declaraciones abiertas de odio contra los varones, como aquello de que ningún Estado debería permitir que los padres varones participen en la crianza de sus hijos, que deberían crearse campos de concentración para varones para generar una sociedad de mujeres y otros delirios.

Esta mujer simplemente lleva al extremo grotesco los postulados iniciales ya delirantes de Diana Russell, creadora del movimiento neofeminista en 1976, del concepto de «femicidio» y de la neosemántica de los términos «patriarcado», «machismo» y «misoginia», convertidos hoy, cuarenta años después, en eslóganes indefectibles de toda mujer convencional que adhiere a estas consignas.

Eso incluye a la mujer común superficial, desinteresada, que sólo se anota en el juego porque le permite justificar sus caprichitos histéricos y toma las consignas publicitarias, hasta las extremistas lesbianas SCUM que creen seriamente en la eliminación física del género masculino.

Bindel, aún cuando lanza conceptos delirantes como «Women do, as we all know, get sick of men on occasion» en un medio público, es tomada livianamente y autorizada por ese periódico sólo porque vende, en perfecto ejemplo del negocio de los medios. Es decir, no les importa en absoluto la seriedad, la conveniencia, la moral, la sensatez ni la verdad.

El negocio cierra con que alguien escriba o diga algo que a las masas les guste y aumente las ventas, empujando la tolerancia legal con ello. Y las mujeres del neofeminismo han logrado, de a poco y con el acostumbramiento a estas aberraciones, cosas inconcebibles.

Es como si el loco Charles Manson tuviese una columna en el New York Times en la cual propusiera cada semana odiar a negros, mujeres, católicos y otros grupos, y planteara ideas de exterminio, y nadie lo tomara seriamente porque vende muchos ejemplares.

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