El neofeminismo está acercándonos a la esquizofrenia colectiva – por Martin Alcala

Hace unos días, el actor Facundo Arana debió retractarse y pedir perdón por haber dicho que la mujer se realiza con la maternidad y la pareja.

Le cayeron como gorgonas furiosas y hasta Evangelina Anderson, una tilinga que vivió de mostrarle el culo a medio mundo desde programas de cumbia hasta embocar a un futbolista para vivirlo, salió a dar clase de honorabilidad y realización ética a propósito del terrible insulto antifemenino por la maternidad.
«Falocéntrico», fué la imputación insultante más leve que le mandaron.
El pibe prometió estudiar más.

Hoy, el viejo chiste de «cuando la violación es inevitable, relájate y goza», un dicho añejo como las pirámides que refiere a no angustiarse ante los hechos, Cacho Castaña está siendo cañoneado desde todos los flancos.
El intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo había dicho hace una semana que necesitaba empresarios que inviertan y que los atraerían con «chicas bonitas» si era necesario.

Aún están relamiéndose la sangre del festín y ahora, por decir «…una mujer es igual a un hombre y un poco mejor, porque además nació para ser madre y nosotros no», lo atacan por «reforzar el estereotipo».
Es decir, reconocer que la función biológica exclusiva de la mujer es la maternidad no es un hecho natural sino un «estereotipo», palabra usada en su neoacepción sinónimo de «prejuicio», en el sentido peyorativo del término.
Hace un par de años, cuando Gustavo Cordera se refería a las grupis del rock, quienes corren desesperadas tras sus ídolos rogándoles que las copulen para así acceder a la gloria, mencionó a la mujer histérica que provoca y se niega, esperando la insistencia del macho para acceder con el «vos me forzaste».
El sujeto dijo que «ellas necesitan ser violadas para no sentirse culpables…» y «es un juego que a mí no me gusta, pero lo hacen».
Hoy, toca la guitarra en el subte con un sombrero.

El asunto de este histerismo furioso es que ninguna deja de hacer sus jueguitos sexuales ni asumir su rol biológico más primitivo.
No está mal mostrarle el culo a los varones para conseguir guita o fama, ni está mal querer ser madre.
De hecho, cuando alguna de ellas habla del asunto, reivindica esa prostitución visual con frases como «yo trabajo con mi cuerpo» o su maternidad con otras como «es lo más hermoso que me pasó en la vida».
Si lo dicen ellas, está bien. Si lo dice un varón, es un crimen de lesa humanidad y machismo patriarcal.

Y lo más curioso que se va observando es que ya no son sólo las trastornadas furiosas que han abrazado este neofeminismo confrontativo hostil como tabla de salvamento de sus vacías existencias, sino que ahora también son varones que se entregan apasionados al servilismo del capricho histérico.

Surjen cada día más individuos que castigan a otros varones por no someterse y arrodillarse ante los mandamientos de Diana Russell y no reconocer, a puro autolatigazo, que somos todos malvados, asesinos, violadores y explotadores de las mujeres. No importa la filiación ideológica.

Puede ser un macrista servil que sólo va tras la guita, un ignorante conservador por puro imbécil o un sujeto blanco y puro tan bueno como Lassie, capaz de morir subiendo al Everest por apoyar a los niños africanos, como Facundito Arana.

Da igual. A la hora de rebanar glandes, cualquier macho es lo mismo.
Mientras tanto, una neofeminista escribe una nota en Página 12 explicando que el verdadero culpable del asesinato del joven por su novia no es ella sino «el machismo».

Estamos acercándonos muy peligrosamente al límite de la absoluta esquizofrenia colectiva.
Seriamente.

Notas:
https://www.infobae.com/…/las-criticas-de-las-mujeres-a-la…/
https://www.pagina12.com.ar/86464-entre-la-ignorancia-y-el-…
https://www.minutouno.com/…/3056904-aberrante-cacho-castana…

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