El feminismo y la libertad de las mujeres sobre su cuerpo

El feminismo siempre ha alardeado de reivindicar la libertad sexual de las mujeres y la libertad de decidir sobre sus cuerpos. En base a ello, entre otras cosas, ha defendido el derecho a vestir como una quiera, a enseñar lo que quiera, o a acostarse con quiénes y cuántos quiera, sin que por ello ningún hombre se sienta con derecho a acosarla o violarla. Hasta aquí, perfecto. No tengo nada que objetar.

La hipocresía del Feminismo respecto de la libertad sexual de la mujer

El problema del feminismo (uno de tantos) es que no es coherente. En casos como éste de la libertad a decidir sobre el cuerpo propio no hay concordancia entre lo que dice y lo que hace.

¿Por qué lo digo? Fácil. Reivindican que la sociedad tradicional tenía una actitud opresora o, en el mejor de los casos, paternalista con las mujeres, al decirle cómo vestir y que sólo debía tener sexo dentro del matrimonio, cuando y cómo el marido quisiese. Pero aparece el feminismo, supuesto libertador de la mujer, y le dice que nada de eso, que su cuerpo es suyo y que debe tener libertad plena sobre él, y entonces la mujer tiene plena capacidad de decidir sobre el mismo, y todo va de maravilla. Salvo en los casos de trata de blancas y similares, donde ahí no tienen nada que reivindicar, porque la ley es la primera que prohíbe la esclavitud sexual y actúa en consecuencia, la ley también reconoce la libertad de la mujer a la hora de vestir y respecto a su sexualidad. Así que llegados a este punto el feminismo ya no debería tener nada que discutir sobre esto, el derecho occidental y el feminismo están de acuerdo, ¿no? Así que todos tan amigos y felices… Eso sería lo lógico.

Sin embargo, el feminismo dice “No, no me habéis entendido: que digo que la mujer puede vestirse como quiera, enseñando más o menos, y que tiene libertad sexual… pero cuando yo lo diga y como yo lo diga” y lo dice tan feliz. (Lo peor es que los gobiernos le escuchan y lo tienen en cuenta).

Así es que el feminismo lucha por “enseñar las tetas” en la playa o en las manifestaciones feministas, porque la mujer es libre de elegir si quiere enseñarlas o no, pero si una mujer elige libremente, no enseñarlas, pero llevar un escote en un trabajo que así se lo exige para ganar un dinero para estudiar, para sus gastos, o simplemente “porque le sale del coño” (como a ellas les encanta decir) entonces ya no. Aquí es cuando el feminismo toma la actitud opresora que tanto criticaba del heteropatriarcado, prohibiendo que exista ese trabajo, y paternalista, diciendo “tú no puedes decidir sobre tu cuerpo; lo haré yo por ti, porque yo sé lo que te conviene”.

Esto es lo que ha pasado con el puesto de azafata del circuito de motos de Jerez, donde claramente desoyen la voluntad de las mujeres que eligen, mejor dicho, elegían libremente trabajar ahí.

O también con las prostitutas y cualquier otro trabajo como puede ser streaper, actriz porno o similar.

La deshonestidad del feminismo

Y es que otro de los problemas del feminismo (como dije, otro de tantos) es que no para de mentir. Porque miente cuando dice que tiene en cuenta a las mujeres. Es hipócrita cuando critica al sistema por no escuchar la voluntad de la mujer cuando este movimiento, este negocio, mejor dicho, tampoco lo hace. Por ello en lugar de preocuparse porque quienes ejerzan estas profesiones sea realmente haciendo uso pleno de su libertad y que se respeten sus derechos, directamente los prohíbe. Y así, el negocio nunca se acaba.

Así siempre será necesario el feminismo: cuando todo esto estaba prohibido, reivindicaban el derecho a ejercer esa libertad… pero cuando se consiguió social y legalmente que se ejerciera… entonces no tendría sentido seguir cobrando subvenciones del Estado, así que tiene que vender que sigue siendo necesario, y ahora decide que hay que prohibirlo, porque trata a las mujeres como idiotas que no saben hacer uso de su libertad. Claro, para eso está, para pensar por las mujeres, para decidir por ellas y para prohibirles lo que quieran hacer, si es necesario… Y así vuelta a empezar. Otra cosa no, pero tiene mérito que a pesar de tantas mentiras, incongruencias y daño a la sociedad, siga en pie.

(L.V.)

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