Plantel de fútbol femenino pide la renuncia del entrenador por cuestiones inocuas. Medios lo destacan como «violencia de género».

Futbol femeninoEs un hecho que los medios son sensacionalistas, pero cuando leí el titular de Ovación (segmento deportivo de El País, de Uruguay) «Escándalo: 20 jugadoras de Nacional denuncian violencia de género» asumí, como asumiría cualquier hijo de vecino, que el entrenador del plantel habría abusado sexualmente, acosado, propasado o al menos se habría insunuado a 20 pobres chiquilinas.

Leyendo el artículo sin embargo, la denuncia que hacen las chicas no hace referencia a nada de lo anterior y a este hombre le han hecho una enorme mancha en su reputación en vano, lanzándolo casualmente a una fosa común con violadores y asesinos de mujeres.

La denuncia presentada por el plantel comenta que las chicas están molestas porque el entrenador se ha «burlado» del «aspecto físico» de las jugadoras y – a su juicio – privilegia a las jugadoras con las que se lleva mejor en lugar de utilizar criterios futbolísticos.

¿Cómo puede ser Violencia de Género algo que pasa entre hombres?

Personalmente no entiendo qué hace un entrenador varón en un equipo de fútbol femenino, especialmente si sabemos que la situación se presta a estos malos entendidos y situaciones incómodas.

Pero todos los que hemos jugado al fútbol sabemos que hay entrenadores groseros que nos gritan cualquier cosa, pero somos hombres y estamos habituados a que nos digan cualquier barbaridad, hasta que nos acusen (a todos) de ser «violadores en potencia» y no se nos ocurriría hacer otra cosa que bancárnosla.

Sobre la preferencia por quienes se llevan bien con la figura de autoridad en cualquier contexto, esto es una constante – lamentable – pero que atraviesa toda la sociedad: desde profesores y profesoras de facultad, directores de teatro, hasta empleadores y líderes políticos.

Irresponsabilidad mediática

De hecho, es solo tangencialmente que las jugadoras aluden a que esto podría ser «violencia de género» (aprovechando quizás que la definición del término es tan absúrdamente amplia que hasta tirarse un pedo es considerado hoy violencia de género).

Sin embargo los medios han decidido utilizar este término artificioso, siendo conscientes del enorme estigma al que el movimiento feminista lo ha asociado, destruyendo por unos clicks o unos likes la reputacion de un hombre que no ha hecho nada especialmente grave, mas que comentarios molestos que en un plantel compuesto por hombres pasarían inadvertidos.

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