De oprimidos a dictadores – por Pablo Laurta

El extremismo feminista no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una serie de luchas igualitaristas que en algún momento fueron necesarias y plenamente legítimas, pero que se han desvirtuado, pasando de reclamar igualdad desde la opresión, a reclamar el poder de oprimir desde el privilegio.

Orígenes del feminismo de género como extensión del marxismo

Propaganda Feminista
La propaganda feminista también suele evidenciar una equivalencia entre feminismo y marxismo.

Como en tantos otros fenómenos que afectan a todo occidente, el epicentro desde el que se propaga el problema es EEUU. Es desde las universidades de este país que mujeres, homosexuales y afrodescendientes, utilizaron la dialéctica marxista para conceptualizar sus propias luchas por la igualdad.

No es casualidad que el odio de las feministas de género se enfoque hacia una figura arquetípica del «Hombre Blanco Heterosexual», que es desde su perspectiva la personalización del partiarcado, el racismo, la heteronormatividad, y que se ajusta a la representación más estereotípica de la burguesía.

Ejemplo de mensajes de odio contra el "Hombre Blanco Heterosexual" en las redes sociales
Ejemplo de mensajes de odio contra el «Hombre Blanco Heterosexual» en las redes sociales
Propaganda Nacional-Socialista
Propaganda Nacional-Socialista

No incurrimos en un reductio ad-hitlerum, al notar que la presentación del «Hombre Blanco Heterosexual» como minoría privilegiada, capitalista y opresora, contra la que el odio está «legitimado», es análoga a la presentación que el nacional-socialismo hizo de los judíos durante los años 30.

La concepción marxista de las relaciones entre varones y mujeres, cabe aclarar, que es la concepción dominante en el movimiento feminista en todo occidente y específicamente en Uruguay, donde como documentamos previamente, la Coordinadora de Feminismos del Uruguay y el grueso de las organizaciones feministas operativas en nuestro territorio se autodefinen como «anti-capitalistas» y alegan «luchar contra el capitalismo heteropatriarcal».

El conflicto entre la equidad y el feminismo neomarxista.

Para sus seguidores estrictos, la doctrina marxista clásica exige, para la instauración de una sociedad igualitaria, la instauración de una «dictadura del proletariado», un «período» durante el cual la clase «oprimida», ejerce un poder absoluto: somete a la clase que previamente la dominaba.

Propaganda Comunista Norcoreana
Propaganda Comunista Norcoreana

Decimos «período» entre comillas, porque ningún supuesto intento de aplicar el método marxista (China, Cuba, Unión Soviética, Corea del Norte) ha avanzado más allá de esta etapa dictatorial. Por lo que podemos afirmar que más que una herramienta para alcanzar la igualdad, la doctrina marxista ha sido en la práctica un mecanismo para instaurar estados totalitarios.

Puesto que la opresión percibida en las relaciones de género es tratada por el feminismo de la misma forma que la opresión del trabajador por el empresario en el pensamiento marxista tradicional, era de esperar que – como está ocurriendo – el feminismo neomarxista, no busque progresar gradualmente hacia un equilibrio que garantice los derechos tanto del varón como de la mujer, sino a una «dictadura de matriarcado», hacia el sometimiento del varón a manos de la mujer.

Lo mismo además, puede verse en los demás vectores de enfrentamiento y desestabilización: Negros contra Blancos, LGBT contra Heterosexuales, etc.

La búsqueda de una igualdad genuina:

Más allá de a lo que aspiramos desde VaronesUnidos, la realidad es que el grueso de la legislación tocante a las relaciones entre hombres y mujeres que está siendo promulgada actualmente y a lo largo y ancho de occidente, es propuesta o inspirada por un movimiento feminista dominado por el feminismo de género y la concepción marxista de las relaciones entre el hombre y la mujer descrita en este post, y por ende, conduce a la opresión del varón y a la violación sistemática e institucionalizada de nuestros derechos: juicios libres y justos, presunción de inocencia, igualdad ante la ley, entre otros.

Ante esta situación, es vital que todas las personas razonables, hombres y mujeres por igual, quienes buscamos una equidad de género genuina,  basada en el respeto, el aprecio y la protección mutua, nos unamos para detener este atropello a nuestras libertades y derechos más básicos.

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