Por alguna razón me desperté pensando en lo frustrante que fué mi experiencia como estudiante de la Facultad de Arquitectura de la UdelaR. Cuando me conecto a las redes sociales, me encuentro con esta noticia, el auditorio de dicha Facultad fué denominado «Ernesto Che Guevara», en honor a la imparcialidad política que le corresponde a una institución financiada por todos, me imagino. Así que a pesar de no ser una persona especialmente supersticiosa, voy a interpretarlo como una señal de que debería escribir este artículo.
La anticultura posmodernista universitaria
Cómo buen pibe estudioso, entre a la facultad con inocente optimismo, esperando por fin, encontrar mayores libertades inquisitivas y un mayor respeto hacia los alumnos. Grande fué mi sorpresa, cuando descubrí que la cultura docente en dicha institución, con la grata excepción de las cátedras puramente técnicas y (paradójicamente) la de teoría de la arquitectura, manifestaban una concepción completamente anti-liberal y anti-inquisitiva de la docencia. ¿Qué quiere decir esto? Que no tomaban la posición respecto a la verdad de que es algo que existe y tanto docente como alumno buscan descubrir. En cambio, manifiestan la postura de que «la verdad» como tal no existe, que las opioniones subjetivas son «verdades» y que la «verdad» del docente es la que el alumno debe aceptar por más absurda que sea esta «verdad» y por más incoherencias que se puedan encontrar entre esta «verdad» y la experiencia. Esto, que a los meros mortales no-indoctrinados universitariamente en la teoría posmodernista nos puede resultar un delirio, es perfectamente coherente con esta elaboración teórica posmodernista que está «deconstruyendo» a la intelectualidad en occidente. Si bien la mayor parte de los docentes que la aplican no lo hacen por convicción teórica sino por holgazanería intelectual y comodidad.
Derrida y la Deconstrucción de la Cultura en la FArq
Uno de los teóricos más importantes para el desarrollo de esta actitud mal-adaptativa hacia la verdad que sufrimos en occidente es Jacques Derrida, también conocido en estos círculos como «el padre de la deconstrucción» (*), quien forma parte del programa en materias de la cátedra de teoría de la arquitectura junto con otros teóricos críticos, algunos de la escuela de frankfurt, de especial interés para el esfuerzo decivilizatorio neomarxista, como Jacques Foucault o Jean Baudrillard.
La palabra «deconstrucción» es clave y especialmente ilustrativa porque describe el proceso de destrucción cultural mediante la teorización crítica, que es quizás el arma favorita del neomarxismo para la demolición gradual de las bases culturales de nuestras sociedades que ha emprendido.
Cualquier persona medianamente despierta se preguntaría: ¿Qué tiene que hacer un teórico crítico de utilidad política para el neomarxismo en un instituto financiado con fondos públicos y cuyo objetivo es formar Arquitectos?
Una interesante pregunta a responder ( aunque personalmente no estoy en condiciones de hacerlo ) es cómo llegó Jacques Derrida a formar parte de los planes de estudio, no solo en la Facultad de Arquitectura, sino en básicamente todos los programas universitarios en occidente donde el activismo de izquierda tiene una influencia perponderante.
La «teoría crítica» y los «conceptos-creados» del feminismo y la ideología de género neomarxista
Cabe mencionar también, que los conceptos-creados con objetivos políticos por la academia neomarxista, que muchas veces denunciamos desde VaronesUnidos: ( «Violencia de Género», «Feminicidio», «Heteronormatividad», etc.), o las redefiniciones políticamente-interesadas de conceptos como «machismo» o «racismo», tienen su fundamento en los trabajos de Jacques Derrida especialmente en las elaboraciones subsecuentes sobre la categorización subjetiva de la información y su impacto sobre la política.
¿Qué podemos hacer para resistir la deconstrucción neomarxista de nuestra cultura y mejorarla para trascender futuros intentos análogos?
Nuestro punto débil en este caso, ha sido la vulnerabilidad del sistema universitario occidental a la subversión ideológica, es decir, a la infiltración por agentes políticos de las instituciones, la toma de control por estos y el cambio del propósito original de estas instituciones; de la exploración de la verdad, la enseñanza y la promoción de la cultura occidental a preciamente lo opuesto: la negación de la verdad, el adoctrinamiento ideológico y la «deconstrucción» de nuestra cultura. Los ejemplos que ilustran este proceso sobran (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7)
Una de las vías de actuación posibles para contrarrestar esta aflicción en el sistema cognitivo de nuestras sociedades, es la recuperación de las instituciones universitarias. Este sistema de reproducción ideológica se centra en los programas puramente neomarxistas ( Estudios de género, Estudios Africanos, etc. ), en las artes, las ciencias sociales, y las humanidades en general.
Otra, la menos directa pero que a mediano plazo, podría ser la más efectiva, es la de remplazar el sistema educativo universitario por alternativas de educación e investigación más modernas, ágiles, flexibles, menos burocráticas y centradas en servir a los intereses de los estudiantes y la población en general en lugar de corporaciones políticas.