La mujer en la guerra (primera parte) – por Jean Des

Ya hemos hablado que la URSS fue el primer país en incorporar a las mujeres en el ejército en unidades de combate. Unas 800 000 mujeres combatieron en el ejército rojo en todas las ocupaciones (no es un número excesivamente elevado pero si significativo): francotiradoras, infantería,transmisiones, tripulantes de tanques, artilleras, en fuerza aérea, tres regimientos completos compuestos únicamente de mujeres: uno de caza (Regimiento 586) otro de bombardeo pesado (587) y un tercero de bombardeo nocturno (588) este último fue el que permaneció exclusivamente femenino que era el de las Brujas de la Noche de las que hablaremos en la segunda parte. En esta primera y en base al libro de la premio Nobel bielorrusa Svetlana Aleksiévich y su “ La guerra no tiene rostro de mujer (1983) “ haremos una pequeña introducción.

En este libro, desde un punto de vista femenino, se recogen las experiencias de las soldados soviéticas con una imagen muy alejada de la del ideal de heroínas de la Unión Soviética y reflejando lo que significa para la mujer la guerra y el mundo militar: desde hacerse lencería y trajes de novia con los paracaidas de los alemanes, llorar al cortarse las trenzas al incorporarse, la amenorrea (pérdida de de la regla por el estrés), recibir mofas de sus compañeros masculinos por estar en un espacio que no les corresponde (contradicciones internas del comunismo por presión de lo natural frente a lo artificial y forzado del igualitarismo), por supuesto cargados de vodka hasta las trancas, más salidos que el pico de una plancha por su alejamiento forzoso de las mujeres durante mucho tiempo y en estado límite de güerra; Quedarse sorprendidas al confiscarle un condón a un soldado enemigo (no era muy conocido entre las mujeres soviéticas)…etc….”¡

No escribas esas cosas, le decían, escribe sobre la gran victoria en la Gran Guerra patria, las hazañas, las conquistas, no hagas caso de lo que te dicen las mujeres!, pero la autora quería saber que sentían y contaban las mujeres mismas de la guerra desde su interior y lo profundo de su alma, no quería el enfoque masculino típico, sino el femenino.

Ésta es la realidad de la mujer en la guerra y no la esparcida por la propaganda bolchevique y hoy día por todos los patéticos medios occidentales feministas de difusión.

Es increíble que cuando lees un artículo en wikipedia o en blogs referentes a las limitaciones de la mujer en el ejército usen constantemente palabras como ·”no podían”, “no se les permitía”, “limitaciones machistas” y toda esta mierda en lugar de. “se las protegía”, “por respeto y consideración a su sexo” etc.

Es absolutamente nauseabundo – como cuadra a comunistas trotskistas de la Europa Occidental actual – lanzar a las chicas jóvenes al matadero, a las futuras madres de la nación como carne de cañón en un mundo totalmente ajeno al universo femenino, como peces en el aire y pájaros en el mar. Y parte de esto con una retórica hagiográfica realmente ridícula, cuando la aportación de las mujeres en combate fue más bien discreta y dramática en comparación con su aportación vital en retaguardia.

La revolución bolchevique del 17 de Febrero en Petrogrado, condujo a la abdicación del zar Nicolás II (2 de marzo de 1917), cosa que significó el fin del zarismo, dejando paso a las primeras elecciones al Sóviet de Petrogrado. Con el gobierno provisional se derogó la ley civilizada, ética y racional que impedía a las mujeres alistarse en el ejército, con lo cual pudieron pasar a formar parte de la tropa. Pero Stalin no estaba muy por la labor de mantener tal entusiasmo feminista.

La revolución comunista presenta múltiples problemas con el asunto de la mujer. Problemas de los que no hemos aprendido en Occidente al parecer. Aunque en un primer momento las mujeres estaban excluidas del combate, gracias al trabajo y la presión ejercidas por Marina Raskova a Stalin, éste accedió y permitió la incorporación de la mujer en unidades de combate, entre ellos tres regimientos de la fuerza aérea de las que hablaremos en la próxima entrega.

Muchas jóvenes universitarias y campesinas fanáticas y adoctrinadas en el comunismo se alistaron (algunas por patriotismo). Veámos en unos extractos cuales fueron las experiencias de las mujeres rusas en el ejército soviético

“En una ocasión, una mujer que había sido piloto de aviación me negó la entrevista. Por teléfono me explicó: «No puedo… No quiero recordar. Pasé tres años en la guerra… … Y durante esos tres años no me sentí mujer Mi organismo quedó muerto. No tuve menstruaciones, casi no sentía los deseos de una mujer Yo era guapa… Cuando mi marido me propuso matrimonio… Fue en Berlín, al lado del Reichstag… Me dijo: «La guerra se ha acabado. Estamos vivos. Hemos tenido suerte. Cásate conmigo”. Sentí ganas de llorar. De gritar. ¡De darle una bofetada! ¿Matrimonio? ¿En ese momento? ¿En medio de todo aquello me habla de matrimonio? Entre el hollín negro y los ladrillos quemados… Mírame… ¡Mira cómo estoy! Primero, haz que me sienta como una mujer: regálame flores, cortéjame, dime palabras bonitas. ¡Lo necesito! ¡Lo estoy esperando tanto!… Por poco le pego. Quise pegarle… pero mientras dije sí»

Dice la autora en una observación tan femenina como ingenua, pero con un final que revela todo el argumento del por qué la mujer no debe promocionarse para el ejército:

“No estaría mal escribir un libro sobre la guerra que provocara náuseas, que lograra que la sola idea de la guerra diera asco. Que pareciera de locos. Que hiciera vomitar a los generales… Esta lógica «de mujeres» deja atónitos a mis amigos (a diferencia de mis amigas)…Y vuelvo a oír el argumento «masculino»: «Tú no has participado en ninguna guerra». Pero tal vez es lo mejor: no conozco la pasión del odio, tengo una visión neutral. No de militar, no de hombre.
Las mujeres, hablen de lo que hablen, siempre tienen presente la misma idea: la guerra es ante todo un asesinato y, además, un duro trabajo. Los hombres se ocultan detrás de la Historia, detrás de los hechos; la guerra los seduce con su acción, con el enfrentamiento de las ideas, de los intereses… En el centro siempre está la insufrible idea de la muerte, nadie quiere morir. Y aún más insoportable es tener que matar, porque la mujer da la vida. La regala. La lleva dentro durante un largo tiempo, la cuida ..He comprendido que para una mujer matar es mucho más difícil. …Los hombres… Permiten con desgana que las mujeres entren en su mundo, en su territorio. “Yo quería ser guapa… Lloré cuando me cortaron la trenza…”

«El comandante —lo recuerdo como si fuera ayer—, el coronel Borodkin, nos vio y se enfadó: “¡Me han asignado unas muñecas! ¿Qué clase de escuela de baile es esta? ¡El cuerpo de ballet! Es la guerra, no una clase de danza. Una guerra terrible…”

Y otra….

«Yo era la tiradora de la ametralladora. Maté a tantos… Durante mucho tiempo después de la guerra me daba miedo dar a luz. Tuve hijos cuando me calmé. Cuando pasaron siete años… “

«La sensación que tengo es que he vivido dos vidas: una de hombre y otra
de mujer…».

Esto es la mujer en el ejército, su experiencia de guerra y no el de la propaganda comunista occidental actual chiripitiflláutica trotskista igualitarista lamentable de mujeres que se desembarazaron de las limitaciones impuestas por el machismo e ingresaron en el ejército en la guerra más cruel habida en la historia para demostrar su emancipación e igualdad con los hombres. Fantasías hollywoodienses periodísticas, masturbaciones de los meapilas con desgraciadas kurdas pegando tiros contra los del Isis y siendo violadas y decapitadas, mentiras, elogios infundados, igualitarismo embrutecedor, indiferencia, propaganda femimarxista.

Conze y Fieseler sostienen que una vez que ya no se necesitaban a las mujeres, dejaron de aparecer en los medios. El estado incluso impidió a las mujeres marchar en el desfile de la victoria de Moscú y el Estado alentó a las mujeres a retornar a sus deberes en el hogar

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