Últimamente a quienes demuestran en su carácter una falencia de las cualidades más destacables y típicas de los varones, tomamos la costumbre de llamarlos «eunucos», más que para ofender, para reclamar asertivamente la reincorporación de la valentía, la honestidad, la templanza, que representan la base simbólica del aporte característico e irremplazable que el género masculino le hace a la sociedad (mal que le pese a quienes lo odian).
Emasculados por el miedo a represalias
Pocas palabras como esta, describen tan bien a la crítica que realizó Pérez-Reverte recientemente a algunos de sus colegas de la RAE. Reverte lamenta que estos rehuyan de la defensa debida de sus posiciones frente al intento neomarxista de utilizar ideológicamente otra institución básicamente apolítica como es la RAE.
Defendiendo las instituciones de la parasitación ideológica
El reclamo de Reverte no pasa por hacer política ni pretender corregir a la sociedad, sino por defender al lenguaje y a la academia a la que se pertenece de una horda ideológica que pretende someterlos a sus fines facciosos, lo que en definitiva le impedirá a la academia cumplir su rol de preservar y promover el buen uso del lenguaje.
A pesar de estar en contra de la perversión de los fines de la RAE, algunos aún no logran reunir el coraje para hacerlo. La fobia a la controversia de estos «pusilánimes» (como Reverte los llama) que «creen que por meter la cabeza en un agujero no se les queda el culo al aire» los lleva a someterse en silencio a la prepotencia y el atropello de feministas, activistas «del género» y otras facciones de la misma baraja.
Estas facciones pretenden corroer ideológicamente el lenguaje como parte de la «batalla cultural» emprendida por la extrema izquierda, la cual tiene por objetivo mal solapado el erradicar a la cultura occidental, e imponer en su lugar una cultura artificial desde la política.
Un llamado a recobrar el carácter y la entereza
Sin embargo, el miedo personal a ser – ¡VÁLGAME DIOS! – insultado por fanáticos ideológicos semi-analfabetos en las redes sociales, prima en muchos casos sobre la responsabilidad social que cualquier persona que ocupe cargos de relevancia como estos tiene, y es esa mezquindad, falta de entereza y valentía lo que Reverte critica con una pícara severidad a sus colegas.
«No todo el mundo es capaz de afrontar consecuencias en forma de etiqueta machista, o verse acosado por el matonismo ultrafeminista radical, que exige sumisión a sus delirios lingüísticos» – Arturo Pérez-Reverte
Fuente: Zenda