Ayer fué noticia en Uruguay que el Ministerio del Interior (conducido por Eduardo Bonomi) ha denunciado ante la justicia a la cuenta de Twitter @Chorros_UY dedicada a informar a la población sobre hechos de delincuencia, bajo el entendido de que ésta genera alarma publica y «estigmatiza» a la población carcelaria.
El ocultamiento de la inseguridad
La opinión pública, sin embargo, se inclina a que el motivo de la denuncia no es otro que el de ocultar el nivel de inseguridad y criminalidad que existe en el país, a causa – muchos argumentan – de las políticas implementadas por dicho Ministerio, en manos de un ex-guerrillero tupamaro que en la década de los 70s participó de la guerrilla urbana del MLN-T, en la que actos delictivos se concebían como acciones políticas; un jerarca, sumamente cuestionado por la sociedad en general, y acusado por el Senador Bordaberry de matar a una persona por la espalda.
La interpretación de que el motivo de la denuncia es el de ocultar a la población la prevalencia de hechos delictivos, también toma fuerza de la actitud de múltiples figuras del oficialismo, que constantemente acusan a la prensa de generar una percepción exagerada de inseguridad.
La imposición de la «Corrección Política»
A este objetivo ulterior identificado, de ocultar la magnitud a la que ha llegado la delincuencia, personalmente agregaría el de imponer mediante la denuncia infundada como forma de castigo, el régimen de autocensura que el neomarxismo llama eufemísticamente «corrección política».
Cabe mencionar, que la denuncia presentada por el Ministerio pone a los administradores de la cuenta de Twitter en la necesidad de defenderse legalmente, lo que ya les genera un perjuicio injustificado, pero sobre todo, genera la percepción en la sociedad de que las acciones de una persona dedicadas a mostrar la realidad de la inseguridad que se vive en Uruguay será castigada por las autoridades. La generación de esta percepción fomenta las actitudes de autocensura y por ende vulnera la libertad de prensa y la libertad de expresión, que hasta el momento han sido pilares fundamentales de la república.
La censura en el primer mundo decadente
La «vieja derecha» hará exclamaciones de horror en el sentido de que «esto en el primer mundo no pasa», pero si. El primer mundo está metido hasta la cadera en el mismo charco de neomarxismo que nosotros, y esta situación en parte contribuye a avalar que quienes estamos en los márgenes de occidente, tengamos que enfrentarnos a estos ataques sistemáticos sobre nuestras libertades individuales.
Ecos globalistas
Al mismo tiempo que se daba esta ofensiva censora en Uruguay, dos de los principales representantes de esta ideología anti-occidental posmoderna, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, se pronunciaron en contra de la libertad de expresión en Internet, alegando que esta es una fuerza «disruptiva» que se debe «controlar, manejar y dirigir».
El neomarxismo global en retirada, luego de ser derrotado electoralmente en Inglaterra y Estados Unidos, ha terminado de darse cuenta de que una ideología basada en el resentimiento e impuesta a través de la intimidación y la prepotencia, es incompatible con el libre intercambio de ideas que tiene lugar actualmente en Internet.