Desafortunadamente en los últimos años la tasa de suicidio en Uruguay ha aumentado considerablemente. El reconocido sociólogo Víctor Hugo González destacó en un estudio especial que hizo sobre este tema, que los cambios económicos y políticos del país son los que han originado tal fenómeno.
Notamos con gran preocupación que en Uruguay la tasa de suicidios en varones es más del doble que en mujeres, siendo los más afectados por esta problemática los adultos jóvenes. Este estudio revela que en Uruguay, de cada 100 personas que deciden suicidarse, 73 son hombres y 27 mujeres.
¿Por qué se suicidan los varones?
Las causas más comunes de suicidio en los varones son: problemas económicos, la inestabilidad emocional (abandono por su pareja), falta de oportunidades, desesperanza y falta de atención.
Si la situación inversa se presentara, los grupos feministas estarían poniendo el grito en el cielo intentando que esta cuestión se abordara con un enfoque específico de género. Es hora de que los legisladores y representantes del pueblo uruguayo tomen consciencia de que hay inequidades de género en las que somos los varones los que por lejos llevamos la peor parte. Y debe legislarse para proveer una atención que tome en cuenta las razones por las que los varones (los supuestos opresores según el dogma feminista) caemos en el suicidio con tan terrible frecuencia.
Si la situación inversa se presentara, los grupos feministas estarían poniendo el grito en el cielo
¿Por qué no se estudia el problema de la tasa de suicidios de varones en Uruguay, también desde una «perspectiva de género» pero incando el diente en las causas que generan el suicidio masculino? ¿No merece nuestra atención el sufrimiento de estas personas, al menos tanto como las mujeres que se sienten incómodas cuando les dicen un piropo? ¿Cómo puede ser que para nuestra sociedad su vida valga menos que una incomodidad femenina?
No obstante, el Estado hace caso omiso del tema, desatiende por completo a la constelación de problemas que afectan en mayor medida a los varones. Cada varón que se suicida es otra víctima de esa indiferencia de una sociedad que corre a salvar a las damiselas en apuros mientras ignora el sufrimiento de los varones que con su sacrificio diario contribuyen desproporcionadamente a sostenerla
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