El pasado día 19 de Marzo, fue el Día del Padre en España, y resulta un enorme contrasentido que un estado celebre este día cuando su legislación no reconoce el derecho y deber que comporta la paternidad, con una legislación absolutamente obscena que arrebata la posibilidad de ejercer esta paternidad por el simple hecho de divorciarse, y deja a merced de la madre la decisión de dejar medio huérfanos a sus propios hijos, convirtiéndolos en posesiones privativas, permitiendo así el maltrato infantil desde las Administraciones Públicas.
El día del padre debería ser una jornada de júbilo, de celebración y de armonía familiar, pues la familia es el principal factor protector de salud física y mental en nuestra sociedad. Sin embargo, el Día del Padre se ha convertido en una jornada de luto en señal de duelo por los cientos de miles de niños que la Justicia ha dejado huérfanos de padres vivos, violando su derecho humano y fundamental, reconocido por Naciones Unidas y por el Parlamento Europeo, a recibir los cuidados, la educación y el cariño tanto de su padre como de su madre, en un plano de igualdad y de corresponsabilidad parental.
En el Día del Padre, desgraciadamente muchos padres no podrán disfrutar de sus hijos, no podrán ejercer la paternidad; muchos padres, desesperados, se han suicidado, otros, denunciados instrumentalmente por supuestos malos falsos, quedan apartados durante años en procedimientos penales tremendamente dolorosos donde deben ser ellos mismos quienes demuestran su no culpabilidad. Estos padres quedan borrados de las vidas de los hijos por las propias madres, ante el silencio cobarde de una sociedad hipócrita e insensible al maltrato infantil que supone dejar a un niño medio huérfano, y que se vanagloria de legislar la custodia compartida para animales domésticos y mascotas, pero no para los hijos.
Pero son los hijos los grandes perjudicados en el Día de Padre, porque a muchos se les ha amputado de forma súbita e injustificada su referencia de masculinidad en la vida, lo que inevitablemente supondrá consecuencias para ellos mismos y para la sociedad en su conjunto.
Por todo ello, lo único que se puede conmemora en el Día del Padre es la ORFANDAD paterna, forzada y brutal, que sufren los hijos cuando sus padres se divorcian, y que constituye un drama para toda su vida.
Privar a un hijo de uno de sus progenitores, por motivos que nada tienen que ver con su bienestar, es la PEOR FORMA DE MALTRATO INFANTIL.