Si uno percibiese la realidad a través del discurso feminista, para el que los celos son «machismo», un mecanismo que utilizan los hombres para oprimir a las mujeres, no podría entender cómo ocurren situaciones como la que terminó ayer con un hombre internado por una puñalada propinada por su mujer celosa en el complejo turístico de Termas del Arapey, en Salto, Uruguay.
El parte policial del caso describe a la mujer como «sumamente celosa, posesiva y controladora», y que el hombre «no puede trabajar tranquilo, porque al regresar a su casa le arma un escándalo».
Entonces: ¿Somos los hombres (todos, como suele generalizar la retórica feminista) celosos porque el sistema patriarcal nos enseña a serlo para oprimir a las mujeres, o hay personas (hombres y mujeres) que sufren patológicamente por celos, al punto que impide el desarrollo normal de su vida y la de sus parejas, a veces derivando en hechos de violencia como este?
Fuente: Salto al día