Hoy desayuné con la noticia de que las feministas reclaman al Cardenal Sturla por callar ante los asesinatos de mujeres. Es sospechoso que alguien ponga en duda el repudio de la Iglesia Católica ante este flagelo. Más sospechoso aun resulta que ciertas voces, viejas conocidas, le reclamen a la Iglesia lo que nunca se animaron reclamar al gobierno.
Hace unos años participé en un proyecto para proveer fondos destinados a ayudar a mujeres violentadas y aun hoy no tengo noticias de a donde fue a parar el dinero recolectado. Fui la única que reclamó cuentas claras mientras muchas voces que hoy se rasgan las vestiduras ante el Cardenal Sturla, miraron para otro lado impúdicamente.
Aspiro a que la sociedad advierta pronto quien reclama sus derechos imbuido de un humanismo sincero y quien se monta sobre el reclamo para favorecer sus apetencias personales.
Me apena saber que cientos de mujeres seguirán muriendo en nuestro país mientras tengamos gobernantes preocupados en gastar en otras cosas y organizaciones de feministas manejadas por oportunistas. Porque sabemos que solo un gobierno dispuesto y responsable puede instalar medidas reales ante este flagelo que no ha de resolver la Iglesia católica, ni la anglicana, ni la asociación de farmacéuticos, ni la de apicultores, ni mil leyes nuevas. Este es un problema de Estado y como tal debe tratarse.
Repito, resulta sospechoso que quienes hoy ladran en el portal equivocado no organicen manifestaciones frente al Ministerio de Economía, siempre avaro en disponer fondos para una ayuda real a las víctimas; ante un MIDES que organiza talleres imbéciles para tan grave flagelo, ante un Ministerio de Vivienda incapaz de ceder propiedades para instaurar refugios dignos, ante un Ministerio de Cultura que sigue gastando ríos de plata en ocuparse de “el ciudadano y la ciudadana” mientras nos siguen matando, etc., etc., etc.
En resumen, hay muchas voces que hoy reclaman a Sturla lo que no se animan a reclamar a las autoridades competentes, curiosamente siendo que en todo el mundo la solución al problema ha llegado de la mano del Estado.