Hace unos años, una chica de esas miles que pululan la noche futbolera en busca de futuros en Europa conduciendo Ferraris, declaró un hecho extrañísimo.
Había sido violada por un amigo de su novio en la misma cama en la cual dormía aquel, a sólo diez centímetros de su cuerpo sin que el sujeto se despertase.
No dijo que el novio estuviese narcotizado.
Tiempo después, una chica que había sido novia de Cristian Aldana, un espantoso cantante del punk con cierta fama en ese círculo marginal, declaró violaciones reiteradas.
La chica lo denunció sin ocultar que había sido su novia durante seis años siendo menor de edad mayor de 13, límite que marca la ley para el consentimiento válido.
Dijo también que había concurrido voluntariamente cada una de las veces que copularon, y que inclusive años después se había mudado con él, conviviendo durante dos años. Luego, el sujeto finalizó la relación para irse con otra.
En ese momento ella repentinamente descubrió que todos los coitos que había realizado con el sujeto habían sido violaciones. Su argumento: el consentimiento que había prestado no era válido porque ella estaba enamorada de él, él era mayor y habían realizado los actos por ese motivo. En ambos casos hubo escándalos, inmensas presiones sociales y los sujetos terminaron presos.
Hoy leo a la actriz ya bastante entrada en años, Cecilia Roth, perteneciente a esa generación que en el discurso se tomaba todo muy seriamente y en la práctica se daban al reviente.
La dama, ya algo alejada de sus mejores tiempos y momentos de fama, se sube al carro de las acusaciones contra Tristán y el resto de varones por acoso sexual, y denuncia en una nota la siguiente sorprendente revelación, en conversación con Andy Kusnetzsoff:
«A mí me violaron en Madrid. Fue una situación que me costó darme cuenta de que era una violación porque era una persona conocida mía».
Luego aclara que «Me había dejado mi novio, estaba fatal, él era más amigo de mi novio que mío. Me dijo ‘Vení, charlemos’. Después, fuimos a su casa y no es no. Pero parece que a veces no puede ser sí. ‘Pero si tenés ganas…’ ,y terminé haciendo lo que no quería hacer, definitivamente»
Al parecer, finalmente ocurrió lo peor que podía suceder. «Nunca más me volvió a llamar», enfatizó la actriz de la nación. Es decir, si la hubiese llamado nuevamente, el asunto sería noviazgo, no violación.
Finalmente, la actriz que declara no recordar siquiera el nombre del amigo de su novio y conocido de ella, refiere que durante años ni se acordaba del asunto, que luego lo recordó «en terapia» (no aclara si hemoterapia, quimioterapia, terapia intensiva o alguna otra especialidad médica) y ahora necesita denunciarlo al mundo.
Pasan cosas tan raras en el mundo nuevo…