La opresión feminista que sufrimos últimamente solo se compara a las condiciones extremas del espacio exterior, donde los niveles de radiación hacen imposible cualquier tipo de vida.
Pero aquí también, en la basta extensión del sistema solar, las yihadistas de género, paranoicas y recalcitrantes, logran imponer nuevamente sus criterios moralistas, en base al mismo arsenal de amenazas e intimidación de corte fascista a los que nos tienen acostumbrados.
En este ocasión, la víctima fué un científico Matt Taylor, quien luego de aterrizar una nave espacial en un cometa, enfrentó una avalancha de ataques de feministas desde las redes sociales y de la policía del pensamiento que picanea a cualquiera que en la comunidad científica se salga de la fila. El pobre hombre temiendo perder su trabajo tuvo que salir públicamente a pedir disculpas. ¿Por qué ha sido esto? ¿Es un violador? ¿Un pedófilo? ¿Un golpeador de mujeres? o -Dios lo impida- ¿Le dijo un piropo a una reportera?
No. Este hombre USÓ UNA CAMISA: una camisa con mujeres vestidas de cuero.
Ese fué el grave crimen de pensamiento que motivó a cientos de ignorantes fanatizados por la ideología de género a hacer pasar a este destacado científico por un verdadero calvario.
Por si fuera poco, lo surrealista de ese episodio no acaba allí, dado que la camisa en cuestión ni siquiera fue comprada por él, sino que había sido un regalo de una amiga – mujer – que la había cosido a mano para él.
Ojalá este fuera un ejemplo aislado, pero cosas como esta están pasando en todos lados, haciendo de la vida normal una verdadera odisea para todo el que se atreva a pensar por sí mismo, o a negarse a participar de esta liturgia de la ideología de género que se busca imponernos.