Poliamor es un neologismo que significa tener más de una relación íntima, amorosa, sexual y duradera de manera simultánea con varias personas, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los amores involucrados.
Hay poca literatura al respecto, y la que hay, es un intento de dar cuerpo a una propuesta de comportamiento sexual que busca la libertad y el placer por encima de cualquier otro valor.
En los siguientes párrafos analizaremos uno de los pocos artículos sobre poliamor, “Los peligros del poliamor y los femichulos”, que salpican el silencio, el desconocimiento y la desinformación sobre esta práctica sexo-afectiva defendida y promovida por la comunidad LGTBx…
El artículo empieza con una crítica hacia el sexo masculino y a la heterosexualidad, obviando las críticas al sexo femenino. Esto es una muestra de la “androfóbia” y la “heterofóbia” que envuelve la utopía del poliamor:
«¿Cuántas veces nos hemos visto envueltas en una red poliamorosa en la que, casualmente, el hombre se encuentra justo en el centro y somos las mujeres las que giramos en torno a él?»
La complicación de las relaciones sexuales poliamorosas es una evidencia que no pasa desapercibida por aquellas personas que pretenden que es menos conflictiva y más placentera:
«Una relación de poliamor puede ir bien siempre que se tengan los cuidados pertinentes hacia las otras personas, siempre que haya total comunicación y siempre que la relación sea totalmente horizontal.»
Aquí otra muestra clara de que la complejidad de las relaciones sexuales poliamorosas tiene escollos insalvables y utópicos. El artículo, por un lado evidencia la poca información que hay al respecto mostrando perfectamente el carácter experimental de esta nueva tendencia en las relaciones sexuales, y por otro deja patente la complejidad de las relaciones sexuales multiples por el hecho de reunir varias complejidades de carácter de las personas que coinciden en una relación poliamorosa, mientras que perfila la incapacidad de tratar el propio hecho de la complejidad que suponen relaciones sexuales compartidas por una difusa red de personas, personalidades, objetivos y formas de entender el poliamor, dejándo ese debate en el aire y sin siquiera mencionar esta gran dificultad con la que tropieza, no solo la práctica del poliamor, sino la propia teoría:
«En una relación de poliamor entran en juego más factores que en una monógama, siendo dos de los factores más condicionantes el de que no haya referentes culturales de relaciones poliamorosas, y las inseguridades que se puedan generar por el hecho de que haya más personas en la relación. Sin embargo, me centraré especialmente en el primer factor.»
Uno de los escollos insalvables del poliamor son las intenciones de los participantes. El artículo también deja constancia de esta problemática que resulta fundamental en el poliamor. La utilización sexual, emocional, psicológica, el engaño y la traición, son todas y las mismas conductas no deseadas ni deseables en cualquier tipo de relación, tanto abierta, cerrada, como pactada:
«En una relación poliamorosa, para evitar caer en la utilización sexual de las otras personas, es necesario comunicar las intenciones que se tienen, aunque sea para una relación sexual esporádica o una relación sexo-afectiva prolongada.»
El empeño y la necesidad de experimentación que caracteriza el poliamor a nivel teórico, tropieza de frente con la imposibilidad prática de poder controlar las infinitas variantes que se dan en el poliamor. La falacia de que una relación en poliamor puede ser más justa, menos problemática y más placentera, se demonta frente a un simple análisis lógico: la complejidad de por si de las relaciones amorosas, aumentada por la inclusión de la relación sexual y sus propias dinámicas multifacoriales, junto con la exponencionalidad que supone la inclusión en la relación de otras personas, hace que esta utopía de las relaciones sexuales se convierta por si misma en distopía:
«Cada persona es un mundo, y si esto lo entendemos a la hora de establecer relaciones poliamorosas, también tendremos que asimilarlo para cuidar esas relaciones. Las personas con las que estamos manteniendo estos vínculos son distintas a nosotras y, a su vez, son distintas las unas de las otras, de modo que cada una necesitará una serie de cuidados diferentes.»
En esta frase del artículo se concentra toda la carga andrófoba de las relaciones poliamorosas. Se considera un problema que el varón sea el centro de una relación poliamorosa, suponiendo que no se da cuando el centro es una mujer, aunque evidenciando que incluso en las relaciones poliamorosas existe un núcleo que gestiona y decide las dinámicas de las relaciones afectivo-sexuales de las que se pretende huir en las relaciones mono-afectivo-sexuales. Es decir, que el problema básico es el varón como centro, y no la mujer, sea cual sea la situación y los resultados. Podemos sospechar sin equivocarnos que este artículo sobre poliamor está básicamente pensado y dirigido a mujeres, desplazando al varón hacia papeles secundarios o como apéndice:
«Es precisamente aquí (cuando es el varón quien se encuentra en el centro de la relación poliamorosa) dónde pueden surgir la mayoría de los problemas.»
Los tres pilares en los que se debe basar el poliamor para supuestamente no caer en los mismos errores que las relaciones de pareja, son precisamente los mismos que deben tenerse en cuenta para que una relación de pareja se acerque al modelo de perfección, con la diferencia de que en el poliamor, la “horizontalidad“ parte de un núcleo que gestiona y decide esa múltiple experiencia emocionosexual, lo que en su propia estructura se encuentra necesariamente implícita la discriminación de las personas más alejadas del núcleo. La simultaniedad con la que deben darse los tres pilares para conseguir una exitosa relación poliamorosa, no solo es imposible debido a su propia estructura de funcionamiento, sino que reune una abrumante cantidad de variantes imposibles de gestionar:
«Comunicación, cuidados y horizontalidad son tres pilares en esto del poliamor y los tres se tienen que dar simultáneamente.»
No hay otro párrafo del artículo que muestre tan claramente la distopía del poliamor. Es una contradicción con la que se fundamenta el poliamor: existe un núcleo y una periferia, pero la periferia tiene que ser tratada igual que el núcleo. No hay más que leer:
«Quizás este punto (la “horizontalidad“) sea el más complicado de conseguir, ya que implica encontrarse en una situación equilibrada con el resto de integrantes de la red poliamorosa, pero es el más necesario.»
En el primer apunte del artículo, a pie de página, se aclara que a pesar de utizar el género lingüístico en femenino va dirigido a toda persona, independientemente de su sexo. Esta sola transgresión voluntaria e intencionada de la lengua castellana nos demuestra la gran carga feminista del artículo y deja a la vista y sin rodeos el carácter reaccionario y la androfóbia que impregna todo el artículo:
«El artículo está dirigido a todo el mundo, hombres, mujeres, personas no binarias… sólo que utilizo el género femenino como genérico.»
Aquí encontramos una evidencia interesante: el patriarcado es producto de la perspectiva de género, cosa que se ha venido negando y desligando una cosa de la otra. El patriarcado, en cuanto es dependiente de la perspectiva de género, es producto, al igual que esta, de una elaboración filosófica de la realidad social en que debe envolverse el poliamor. El poliamor, es por tanto, parte de una ideología sujeta al tiempo, los intereses y los objetivos, y no de una realidad neutral y por lo tanto factible fuera de esa ideología:
«Para conseguir esa horizontalidad debemos de tener en cuenta ciertas cosas. Para empezar, el patriarcado. Esto es algo que se nos escapa a veces: la práctica del poliamor debe incluir sí o sí una perspectiva de género.»
En este largo párrafo encontramos también relaciones interesantes. Por un lado se repite (en todo el artículo hay incontables referencias de ello) que el varón es el responsable de la mayor parte de los problemas de que acaece el poliamor. Al varón se le culpabiliza tanto del comportamiento llamado machista como de que este se dé en la mujer, lo que no debe extrañarnos por ser desde una perspectiva feminista que está escrito, sino que además se le responsabiliza de un comportamiento innato común en hombres y mujeres, dejándolo, al varón, expuesto y sin defensa alguna frente a las acusaciones que en ningún momento dejan de aparecer:
«Los hombres heterosexuales tienen una serie actitudes y comportamientos machistas arraigados que, por mucha labor de deconstrucción que hagan, es difícil que de verdad cambien» … «Al igual que los hombres, las mujeres también tenemos interiorizados ciertos comportamientos machistas» … «Siempre se nos ha inculcado actitudes como la sumisión al hombre, la culpabilidad… Y esto es algo que juega muy en nuestra contra, ya que la mayoría de problemas en este tipo de relaciones surgen con los celos y es ahí donde, si no se gestionan bien, se quiebra la horizontalidad»
En la conclusión del artículo podemos resumir también nuestra conclusión: o este artículo es una clara propaganda del lesbianismo, o simplemente un juego de malabares en el que se pretende defender tanto una conducta sexual de diseño (lejos de una realidad práctica), como la sempiterna demonización de la masculinidad por parte del feminismo y la ideología de género:
«Debemos tener cautela y no relajarnos si quiera al mantener relaciones afectivo-sexuales con un hombre.» … «No hay una fórmula exacta para evitar que una red de poliamor se convierta en algo nocivo y tóxico, pero (…) es necesario recordar la posición privilegiada en la que los hombres heterosexuales se encuentran para elaborar una buena práctica poliamorosa desde una perspectiva feminista.» … «Nota 1 – Femichulos: dícese del hombre que va de feminista, pero bajo esa apariencia se encuentra escondido un machirulo.»
El poliamor es una conducta sexual disfórica y una teoría sexual distópica. Está impregnada de androfóbia y sujeta a una visión feminista que incluye la ideología de género con su característica normalización de transtornos en las filias sexuales.
Artículo original: http://www.pikaramagazine.com/2017/03/los-peligros-del-poliamor-y-los-femichulos/