En la derecha somos conscientes ahora, quizás más que nunca, de las luces y sombras de nuestra tradición de pensamiento político. Nuestro amor a la virtud, a la justicia, al sacrificio, a la fortaleza, a la encarnación de lo divino en nosotros mismos, tienen un gemelo perverso que puede llevarnos en la dirección equivocada. Somos conscientes de que debemos tener cuidado de nosotros mismos.
Esta cautela y madurez, que quizás tenga que ver con un proceso de reflexión alejados del poder, no son hoy la tendencia dominante en la izquierda uruguaya que parece estar por momentos dominada por quienes entienden la acción política democrática como una continuación de la guerrilla por otros medios *.
La relación de esta izquierda paranóica, atrincherada que se aferra al poder dando signos de decrepitud, respecto a la acción altruista y solidaria de una sociedad civil en ebullición *, con un renovado sentido de comunidad y de patriotismo, presenta toda una interrogante difícil de procesar para quienes conciben al ser humano como un animal egoísta y a la espiritualidad como una ficción.
No es sorprendente, teniendo esto en cuenta, que la solidaridad genuina y desinteresada de los uruguayos, ponga a esta izquierda a la defensiva. Pero las razones para que se opone al voluntariado no acaban aquí.
En estos últimos años se han sucedido constantes rencillas entre el aparato asistencialista estatal financiado con nuestros impuestos, y diferentes organizaciones solidarias autofinanciadas de la sociedad civil.
Es difícil no identificar en este patrón de conflictos la intención del lado oscuro de la izquierda de imponer un monopolio de la asistencia al necesitado, y ponerlo en las manos de un ineficiente y corrupto aparato estatal. Puesto que ya condicionando la ayuda al apoyo electoral o utilizándolo como herramienta propagandística, le facilitaría perpetuarse en el poder a quienes controlen este monopolio de asistencialismo estatal.
Según comenta el senador del partido independiente Pablo Mieres, ya había un proyecto de ley a favor del voluntariado que contaba con el apoyo de la red de organizaciones dedicadas al tema. Pero el proyecto se desechó y se presenta en lugar éste otro:
“Teníamos un proyecto de Ley de Promoción del Voluntariado en acuerdo con la Red de Voluntariado y ahora quieren votar uno que transforma la naturaleza del proyecto original y que va en contra del mismo” – Sen. Pablo Mieres.
Nuevamente el ala siniestra, que rinde un perverso culto al engaño y la deshonestidad, pretende hacernos pasar gato por liebre, vendiendo como «ley de promoción del voluntariado» una que en los hechos busca reprimirlo.
Es difícil a estas alturas, tener un ejemplo más claro de todo lo que está mal en la izquierda que este acto de traición al propio valor de la solidaridad que ha sido el eje de sus reclamos durante décadas.