Las recientes corrientes migratorias que han tenido a Uruguay como destino han sido experiencias bastante negativas para el país, pero de las que podemos aprender muchas cosas y trabajar en una política migratoria que ponga por fin, primero los intereses de los uruguayos y deje de lado el sometimiento de nuestra soberanía a absurdos «acuerdos» internacionales suscritos por nuestros gobernantes a espaldas de la gente, y que solamente sirven a los intereses de la élite económica y financiera global.
Africanos a los que les pagamos el alquiler
Múltiples casos de africanos que inexplicablemente aparecen en Uruguay, ni siquiera conocen el idioma, ni cuentan con habilidades básicas como para insertarse económicamente, están siendo mantenidos con el dinero de todos los uruguayos sin prospecto de que puedan alguna vez en el futuro devolver al país lo que estamos gastando en proporcionarles un nivel de vida (alquiler incluido) al que muchos uruguayos no acceden, (más de 900 están pasando el invierno en la indigencia).
La situación agridulce de los migrantes venezolanos
La inmigración proveniente de Venezuela, contó con muchísimos profesionales y personas capaces de aportar en gran medida al desarrollo de nuestro país. Muy a su pesar, en muchos casos, venezolanos con carreras destacadas y años de estudios, tuvieron que abandonar su país a causa de la crisis política y de inseguridad que atraviesa su tierra bajo el régimen socialista encabezado por Nicolás Maduro.
Estos migrantes involuntarios, si bien en el corto plazo implicaron un problema para los uruguayos desempleados que debían competir con ellos para acceder al empleo, representaron también una gran oportunidad, al integrarse fácilmente al mercado laboral, aumentando la productividad, y desarrollando nuevas actividades económicas que aportan al erario público, así como también a la creación de nuevos puestos de trabajo.
El problema en este caso ha sido fundamentalmente la incapacidad de Uruguay de aportarles una relación ingresos-costo de vida que permitiera retenerlos operando en nuestro mercado laboral. Una parte importante de estos venezolanos, han decidido irse del país en busca de mejores oportunidades, al ver, como muchos nacionales formados y competentes que las oportunidades de desarrollo que ofrece nuestro país son extremadamente limitadas.
Los Dominicanos: Vicio en Montevideo.
Los Dominicanos que llegaron al país en general representaron un problema completamente distinto. Muchos de estos migrantes eran de una extracción de dudosa respetabilidad, por decirlo de alguna manera: prostitutas, changueros, y avivados de todo tipo, con muy poca cultura y menos aún de trabajo, que no tardaron en generar una imagen negativa en la población local, la que motivó el establecimiento de restricciones para la llegada de Dominicanos.
Un ejemplo de esta situación se dió en un conventillo en el centro de Montevideo en el que varios dominicanos protagonizaron una trifulca con efectivos de la policía. La cual, como era previsible, generó que los organismos globalistas le saltaran a la yugular a los pobres agentes que tuvieron la mala suerte de ser víctimas del afán de «enviar un mensaje a la población», siendo que éstos no habían hecho más que cumplir con su deber de intentar mantener el orden.
Pequeña adenda sobre los Sirios
También algunos recordarán otro resonante fracaso de nuestro país relacionado con las cuestiones migratorias: la muy publicitada traída de varias familias Sirias.
Podemos sentirnos tentados a tomarlo como un ejemplo de todo lo que no hay que hacer en cuanto a una política migratoria pro-activa, pero todo este episodio ha sido irrelevante en cuanto al número de migrantes, muchos de los cuales incluso regresaron a Siria.
Tomando esto en cuenta, vemos que tiene muy poco de política migratoria, y se trató más que nada de una operación de prensa para influenciar a la opinión pública en el primer mundo, usando, como en el asunto de la legalización de la marihuana, a Uruguay como mascarón de proa.
Una política migratoria inteligente pensando a futuro
Salvo quizás la primera, que pareciera responder a un capitulo más de la campaña globalista por repartir migrantes africanos por todo occidente, estas situaciones, han tomado al país por sorpresa. No responden a una política inteligente de selección y promoción de las corrientes migratorias basada en el interés nacional. Como resultado, se han generado costos innecesarios que la población ha tenido y tendrá que pagar, y se han desaprovechado oportunidades que podrían haber aportado mucho más al futuro desarrollo de nuestro país.
Es evidente la falta de una política migratoria pro-activa, que reemplace la posición por defecto de obedecer como autómatas «acuerdos internacionales», por una previsión de amenazas y búsqueda de oportunidades de desarrollo.
En este aspecto, vale la pena tomar en cuenta la situación que viven los granjeros sudafricanos.
Sudáfrica y una oportunidad para Uruguay de tener una política migratoria pro-activa.
Lejos del éxito que el establishment mediático quiere mostrar que fue la caída del régimen del appartheid en sudáfrica, la situación de las relaciones raciales en el país sede del mundial 2010 es cada vez más inestable, insegura y violenta.
Sudáfrica vive una epidemia de viciosos ataques racialmente motivados principalmente contra granjeros blancos por parte de elementos radicalizados de étnias autóctonas negras. La situación es calificada por Genocide Watch, como alerta de genocidio nivel 5. Los detalles de estos ataques son morbosos: niños quemados vivos en agua hirviendo, mujeres violadas grupalmente frente a sus familias, padres ejecutados delante de sus hijos, son algunas de las modalidades de violencia motivada por odio racial de la mayoría negra contra la minoría blanca, que el documental Farmlands, recientemente realizado por la periodista Lauren Southern, deja en escalofriante evidencia.
El gobierno, abiertamente racista y de extrema izquierda, apoya tácitamente a los atacantes y ya ha comenzado la expropiación de granjas de propietarios blancos sin compensación económica alguna.
La situación ha generado como era previsible que estas familias de granjeros vean cada vez más seductora la posibilidad de dejar atrás Sudáfrica en busca de tierras seguras en las que practicar su oficio.
Con un clima similar y un porcentaje relativamente alto de personas que manejan el inglés como segundo lenguaje, Uruguay podría ser un destino interesante para que estos verdaderos refugiados, puedan asentarse y poner en práctica su know-how para el mejoramiento del sector agrícola uruguayo.
El Instituto Nacional de Colonización, cuenta con tierras en desuso que podrían ser cedidas a los granjeros a cambio de su trabajo en las mismas.
Es importante sin embargo actuar rápido. Australia, reconociendo esta oportunidad, decidió actuar con presteza y se está organizando para recibir miles de sudafricanos perseguidos.
Uruguay sin dudas debería tomar por una vez el buen ejemplo que dan algunos países del primer mundo, anticiparse a las situaciones y aprovechar las oportunidades que se dan en materia de política migratoria.