Bien vamos con la segunda parte (aquí la primera) de este tema de la mujer en el ejército rojo y concretamente con estas brujas nocturnas eslavas.
No hay finalidad alguna por nuestra parte de menospreciar el arrojo, valentía. entrega y sacrificio de estas mujeres con estos comentarios, ni mancillar su honor en su lucha por su país, pero sí desacreditar a una weltanschauung (cosmovisión) que institucionalmente no hace distinción (aunque después en práctica siempre la hay, que es lo más gracioso) entre los sexos.
La mujer, como es obvio, evolutivamente no es como el hombre y tiene una constitución física y psicológica que la hacen más vulnerable en estos cometidos. Como dice una de las entrevistadas en el libro que mencionamos en la primera parte: «La guerra no tiene rostro de mujer»
«Si sobrevivimos —dijo el comandante—, te enviaré a la retaguardia. Pensaba que una mujer no aguantaría aquí ni dos días. Con solo imaginarme a mi mujer…”. Lloré de lo enojada que me sentí, para mí estar en la retaguardia era peor que la muerte. Mi mente y mi espíritu resistían, pero mi cuerpo no daba la talla.»
Pero a parte de esto hay otras razones más profundas y de carácter ético para que de forma general no se permita de forma institucional romper el estatuto diferenciado natural entre los sexos y exponer a las mujeres a ciertos cometidos.
Vamos con las brujas de la noche
Ya mencionamos que en un principio las mujeres estaban excluidas del combate, pero gracias al trabajo y la presión ejercidas por Marina Raskova, se emitió una orden el 8 de octubre de 1941 para, en el caso de la fuerza aérea, desplegar tres unidades femeninas, incluyendo el regimiento 588, creado por la mencionada Marina Raskova y liderado por la mayor Yevdokia Bershanskaya, que estaba formado completamente por mujeres voluntarias cercanas a los veinte años de edad. Este regimiento fue el único que permaneció exclusivamente femenino hasta el final de la guerra, los otros dos se convirtieron en uidades mixtas, el de caza (586) donde destacó la famosa y algo sobrevalorada – todo hay que decirlo – Lilya Litvyak (Rosa Blanca de Stalingrado), aunque claro siendo mujer no está nada mal sus 10 u 11 derribos de cazas enemigos, entre ellos el Messerschmitt Bf 109 de Erwin Maier, y sus 4 Bombarderos Junkers, no está nada mal para la as soviética;
El tercer regimiento era el de bombardeo pesado (587). Bien, a las brujas de la noche las hacían volar en patéticos biplanos Polikarpov Po-2, (aviones de entrenamientos y para fumigación) cargados con un par de bombas, las arrojaban y se iban. La táctica era volar muy bajo, ponían el avion al relentí casi con el motor apagado y dejar caer las bombas para después acelerar e irse; esto de ir al relentí casi planeando sugería la imagen de brujas en sus escobas de ahí el apodo que le pusieron los alemanes, también el sonido del Polikarpov sugería el de las máquinas de coser.
La función era de ataque psicológico porque lo que más hacian era no dejar descansar después de los combates a los soldados alemanes en sus campamentos ya que estas brujas, actuaban de mosca cojonera.
Lo curiso del caso es que era difícil derribarlas desde el aire ya que al ir tan lentas y la velocidad máxima que podían alcanzar estos Polikarpov era menor a la velocidad mínima que los aviones alemanes debían mantener para evitar entrar en pérdida, es fabuloso.
Las pilotos eran bastante novatas y las muertas y heridas ascendieron al 50 % de los efectivos iniciales del regimiento. Sus logros: 17 puentes destruídos, trenes, 2 estaciones de ferrocarril, 46 depósitos, 12 tanques de combustible, 1 avión, 2 barcazas, 76 coches, 86 puntos de disparo y 11 proyectores. Entre ellas hay varias heroínas de la Unión Soviética como Nadezhda Popova, o Yevguenia Zhigulenko y alguna que otra más.
Yo este libro de Lyuba Vinogradova no lo he leído, así que no puedo dar opinión sobre el mismo, supongo que rezumara entusiasmo por decirlo de alguna manera, ya os comentaré cuando lo lea.