El paso del tiempo, con las marcadas diferencias culturales de cada sociedad y el lugar del planeta, ha dejado diferentes marcas y necesidades en la transformación de un niño a un varón. Desde las épocas de caza y recolección hasta hoy con todo un abanico de cambios que llevó a un cambio en el proceso de masculinidad.
En los primeros tiempos, un varón iba consiguiendo el reconocimiento de sus tribu con los logros concernientes a la conquista. Hablamos particularmente en materia de la caza de animales y particularmente de gran porte. Eso se mantuvo en la época de guerras, allí todo indicaba que la mayor participación o a menor edad daba una señal de crecimiento y madurez.
Las guerras y la rudeza demostraba formaba al varón y le permitía catapultarse en materia de honores y puestos de importancia, tanto en ámbitos militares como de política. La visión del varón fuerte como candidato a la preservación de la especie era fundamental también para la mirada femenina.
Hoy en día, hay una apertura de pensamiento que lleva al proceso de transformarse en un adulto muy diferente. Este abanico de pensamientos, con gran parte del lobby LGBT actuando, a generado cambios profundos en cómo un niño da el salto hacia la adultez.
La identidad masculina tradicional ya tuvo un giro hacia los tiempos modernos, donde los conflictos sociales son partes de los niños en su proceso evolutivo. Ese enriquecimiento social, en conocer la historia del varón, hoy cuenta con una dura crítica que viene derribando mitos y hechos que llenaban al niño de conocimiento para desarrollarse en la vida adulta.
FUENTE: Quillette