Experto en lucha oriental, Serafín llegó a ser guardaespaldas de un jerarca del gobierno Ucraniano, un país sumido en un conflicto bélico con la Rusia de Putin.
Durante sus épocas de luchador y guardaespaldas, tuvo una vida dura y violenta. Entre los episodios que enfrentó, fue arrojado a una mezcladora de cemento encendida, de lo que se salvó de milagro pero lo ató por un tiempo importante a una cama de hospital, una silla de ruedas y luego a andar con muletas.
Los Asirios
Serafín es Asirio. Los asirios son una etnia de origen milenario, y una de las pocas que todavía hablan el arameo, el lenguaje bíblico de los babilonios y que se presume fue el lenguaje original de la biblia y el hablado por el propio Jesús.
Cristianos en su gran mayoría, los asirios son una de las tantas minorías religiosas perseguidas por la mayorías musulmanas en medio oriente, cuyas inmensas penurias no logran llegarnos como noticias a occidente, debido al fuerte sesgo anti-cristiano de la hegemonía mediática de este hemisferio.
Mi gente, los Asirios, pagamos con nuestra vida el ser Cristianos. En países del medio oriente, como Irak, Iran, Siria y otras zonas de conflicto, los Asirios somos atacados en nuestras iglesias y decapitados si nos negamos a convertirnos al Islam.
De Guardaespaldas en Kiev a Monje en el Cáucaso.
Mientras trabajaba en Kiev, como jefe de seguridad de un alto jerarca del gobierno Ucraniano, dice que «algo de lo que no quiero hablar» le pasó. Esto lo convenció de dejar todo y retirarse como religioso a las montañas del cáucaso, en Georgia más precisamente, donde obra como sacerdote en el pequeño pueblito de Kenda, junto con otros 2.000 asirios.
Curiosamente fue allí, en su retiro espiritual, que el ahora Padre Serafín tomó relevancia internacional, cuando durante la visita del Papa Francisco a Georgia, la Iglesia Ortodoxa Siria ofrendó al pontífice esta conmovedora interpretación en Arameo, a su cargo, del Salmo 53.