Japón no censurará los videojuegos para complacer a los feministas de la ONU.

ONU JaponEs notoria la influencia que el movimiento feminista ha logrado obtener en instituciones internacionales de gran influencia a nivel global, como la ONU.

Feministas intentan utilizar a la ONU para forzar a Japón a adoptar su ideología.

Como habíamos reportado previamente, feministas de la ONU colaboraron con países islámicos para impulsar legislación internacional que imponga a todas las naciones la censura en los medios (especialmente en internet) de contenidos que puedan ser ofensivos para «el islam» o «para la mujer».

En realidad como el movimiento feminista se autoasigna el rol de representar a la mujer, lo que se busca censurar es lo que ofenda al movimiento feminista, no necesariamente a las mujeres).

En el marco de esta campaña para la que el movimiento feminista viene utilizando a la estructura de la ONU, fué que se le solicitó a Japón la censura de contenidos que contengan «imágenes sexualizadas» o que «degraden a la mujer».

La contundente respuesta de Japón a la censura feminista

La institución encargada de responder, desde Japón a las solicitudes de censura global emanadas de la ONU, fué el Instituto de Medios Culturales de las Mujeres Japonesas (IMCMJ), expresando en un comunicado que:

«Creemos que debe evaluarse cuidadosa y seriamente si las medidas adoptadas son válidas o no para defender los derechos de la mujer»

«La naturaleza del manga y de los videojuegos no pone en peligro los derechos de las personas reales; por tanto, no tiene sentido censurarlos. Son campos creativos que las propias mujeres consumen.»

«Debemos centrarnos en atacar los problemas reales que afectan a las mujeres. La prohibición de la expresión y del comercio basada únicamente en los sentimientos no debe ser tolerada.»

¿Qué impacto tiene esto sobre Uruguay?

Una cuestión de soberanía

Uruguay es un país pequeño que no ha demostrado una tradición de valentía para imponer su derecho de soberanía frente a organizaciones internacionales que imponen la implementación de políticas desde el exterior. La penetración del movimiento feminista en muchas de estas organizaciones es notorio, como lo es su impacto sobre las políticas públicas que lleva adelante el estado Uruguayo, ya sea como en este caso lo hace la ONU, a través de «recomendaciones», o menos sutilmente, mediante la discrecionalidad en el otorgamiento de fondos.

Las políticas de género en Uruguay no pueden ser impuestas desde el exterior, ya que son asuntos que impactan fuertemente sobre la vida de la población, las políticas deben surgir de la propia ciudadanía, incorporando la cultura, las ideas y las opiniones de nuestros ciudadanos.  Nuestros gobiernos deberían tener la valentía de defender nuestros valores, en lugar de utilizar fondos de organizaciones internacionales, para imponernos la adopción de otros valores, otras ideas y otros patrones culturales ajenos, con los que se intenta reemplazar desde el exterior a los nuestros.

Esta es la forma actual del colonialismo. Si queremos vivir en libertad, con gobiernos que atiendan a nuestras necesidades, no tenemos otra opción que apoyar a quienes desde el gobierno o la sociedad civil, valientemente defienden nuestros intereses, nuestros valores y nuestras ideas, ante la influencia de estos organismos.

Escepticismo

Las justificaciones que el movimiento feminista ofrece para las medidas que propone a través de organismos internacionales, suelen tener graves falencias lógicas, y estar plagados de falacias y vicios argumentativos.

Ante esto, no podemos aceptar acríticamente como venimos haciendo, pero tampoco debemos caer en la anti-intelectualidad de descartar de plano.

Somos un país de personas inteligentes, podemos encarar el análisis de las recomendaciones de estos organismos con el debido escepticismo, y teniendo en cuenta siempre los nuestros intereses, nuestros valores y nuestras ideas: Evaluar si existe evidencia suficiente para creer que las medidas propuestas lograrán el objetivo buscado, y descartar la existencia de efectos secundarios nocivos para los intereses de nuestro país.

Japón nos da un buen ejemplo con esta posición que ha tomado. Está en nosotros si vamos a incorporarlo o dejar pasar otra oportunidad de aprender.

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