En esta fecha queremos reafirmar nuestro compromiso, como colectivo masculinista por el respeto a – y la valoración de – todas las mujeres: nuestras parejas, hijas, hermanas, madres, abuelas.
La mujer y la femineidad en general es nuestro ancestral complemento, que le da sentido a nuestra propia condición masculina.
Una visión alternativa para el combate de la violencia contra la mujer: Dejemos de decirle a los hombres que son «violadores y asesinos en potencia».
Una masculinidad positiva se enfoca hacia una relación armónica con su complemento femenino, centrada en la comprensión y el respeto a la complejidad de su propia condición humana que derivan en una autoestima saludable.
Quien no se respeta ni aprecia a sí mismo, tiende a ser violento hacia a los demás.
Teniendo esta relación en cuenta, entre la baja autoestima y la conducta violenta y delictiva, si queremos prevenir las actitudes violentas, que en su extremo homicida son principalmente desplegadas por hombres, debemos considerar como un potencial factor motivante al problema de la baja autoestima.
Esta baja autoestima en los varones se ve reflejada con claridad no solo en los índices de criminalidad y suicidios, sino especialmente en las características de los asesinatos a sus parejas. En la mayor parte de estos casos, el agresor actúa a conciencia de que deberá enfrentar una grave pena. De hecho, muchos de los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas varones son seguidos por el suicidio del asesino.
Estos son indicadores apuntan a que el desprecio de los hombres por sí mismos, la sensación de que merecen sufrir o no merecen siquiera la vida, está presente también en los casos de violencia contra las mujeres que en días como hoy se pretende evitar.
Sin embargo y lamentablemente, las políticas públicas que se han venido implementando, inspiradas por la ideología feminista, están contribuyendo a profundizar este problema, al basarse en estigmatizar cada vez más a los hombres como violentos, «genéticamente golpeadores», «violadores en potencia». Esto empuja a los hombres a sentirse cada vez más alienados, marginados, defectuosos, indignos de afecto, cuando son esta estigmatización y este sufrimiento existencial a los que se ven empujados muchos hombres, los que en ocasiones extremas tienen los desenlaces fatales que todos nosotros desearíamos evitar.
Los países nórdicos se nos han adelantado en esto, allí se han venido aplicando políticas de prevención de la violencia contra las mujeres elaboradas en base a la ideología feminista desde hace décadas y sin embargo, los indicadores de violencia contra las mujeres no han parado de subir. Es hora de que como sociedad repensemos el enfoque con el que pretendemos proteger a las mujeres, no desde la desconfianza y el desprecio hacia los hombres, sino desde la empatía y el aprecio a una mitad de la población a la que muchas veces se la señala insidiosamente como «privilegiada» pero a la vez se la desestima, desprecia, y los datos de la realidad nos dicen que la está pasando muy mal.
Preocupación sobre la utilización política del reclamo por colectivos asociados a la extrema izquierda
Queremos comunicar también nuestra preocupación por la utilización política de la lucha contra la violencia contra la mujer, para la promoción de la agenda política del «feminismo radical» o «feminismo de género» (hegemónico en Uruguay y asociado a la extrema izquierda), cuyo objetivo global es contribuir a la desestabilización de las democracias liberales en occidente mediante la generación de conflictos entre hombres y mujeres, y la desmoralización de la población masculina.
En este sentido, llamamos a la población y a la comunidad de los medios a no confundir los conceptos de «Violencia contra la mujer» y «Violencia de género». La expresión «violencia de género» no ha surgido espontáneamente, sino que ha sido creada por el feminismo radical, de género, para avanzar la agenda política de extrema izquierda que comentamos previamente.
Estar en contra de la «violencia de género», no es estar en contra de la violencia contra la mujer.
En el caso de una mujer que muere asesinada por un hombre en medio de un asalto, su muerte no es considerada por «violencia de género». Entonces, si usted marcha contra la «violencia de género», está excluyendo a esta mujer de su reclamo.
Las víctimas femeninas solo son consideradas víctimas de «violencia de género» cuando el caso puede ser utilizado para avanzar una narrativa misándrica de desprecio hacia todos los hombres occidentales en cuanto pareja sexual y/o romántica, en base a estos casos aislados, cuyo objetivo, -reiteramos – es el de la generación de prejuicios, conflicto, resentimiento, desconfianza y en casos extremos el odio entre hombres y mujeres, y la desmoralización de una población masculina que ya sufre tasas de suicidio astronómicas.
No nos dejemos llevar por el odio y el extremismo. Recordemos siempre que tanto hombres como mujeres somos parte de la misma humanidad.