Incluso el feminismo bienintencionado, padece de algunas fallas en la comprensión de la realidad fruto de los preconceptos igualitaristas que ha adoptado inconscientemente y no se cuestiona.
La vulgar ilusión de la igualdad
Quizás la más evidente, es la confusión respecto a la distinta naturaleza de hombres y mujeres. El feminismo vulgar, no el académico, sino el de las personas «comunes y corrientes», considera a hombres y mujeres como si fueran biológica y mentalmente iguales.
Lugares comunes que develan esta confusión son por ejemplo «Todo lo que hace un hombre, puede hacerlo una mujer», o «¿Por qué decís que la mujer no puede hacer el mismo trabajo e igual que un hombre?», etc.
Basta sin embargo una mirada a la constitución física promedio de hombres y mujeres para refutar tan comunes afirmaciones.
Suspensión del pensamiento crítico
De esta forma, asumir que deberíamos tener indicadores de rendimiento iguales en cualquier aspecto de la actividad humana, si nos tomamos un momento para pensarlo, se vuelve insostenible.
Pero de la misma forma que en el cine, uno deja de pensar que lo que está viendo son imágenes proyectadas sobre una tela, y siente como si fueran personas y explosiones reales lo que está viendo; el grueso de la población actúa como si hubiera que esperar lo mismo de hombres que de mujeres, sin reparar en lo absurdo de albergar tal expectativa. Viven como hipnotizados en este aspecto. En un sueño.
Rodeados de personas que se encuentran en el mismo «trance», pueden vivir sin tener contacto con la parte de la realidad que existe por fuera y representa una amenaza para su forma de ver el mundo, lo que refuerza su estado de negación.
Aceptando participar del engaño, la persona deja de temer las duras represalias con las que el sistema bajo el que vivimos castiga a quien ose reconocer la realidad.
Para alejar todo tipo de dudas de que somos biológicamente distintos, podemos contar cualquiera de las 6500 diferencias que este grupo de científicos tuvo que tomarse el trabajo de ennumerar.
Diferencias en el comportamiento y psicología del hombre y la mujer
Algunos feministas con algo de criterio, alegan en cambio que si bien evidentemente existen diferencias biológicas entre los sexos, esto no se traslada al ámbito de la psicología o el comportamiento.
Hombres y mujeres tenemos un genoma distinto. Todo un cromosoma sexual, de hecho. Éste codifica proteínas cuyas consecuencias son sistémicas afectando todo el cuerpo del ser humano, incluyendo el cerebro.
Es difícil pensar que frente a las distintas presiones evolutivas que enfrentaron los machos y las hembras de quienes descendemos, no incorporásemos a nuestro código genético adaptaciones específicas para cada sexo que proveen a las diferencias en el comportamiento de hombres y mujeres de una base biológica incontrovertible como halla este estudio de la Universidad de Harvard.
Consecuencias de no entender las diferencias entre hombres y mujeres porque es «políticamente incorrecto».
Antes de que la sombra de la esfera de castigo social a la que llama «corrección política» se irguiera sobre nosotros, una de las temáticas de conversación más atractivas y relajadas que se solían tener, abierta y alegremente, era sobre las diferencias entre el comportamiento de hombres y mujeres.
Esta temática era inmensamente atractiva debido a su importancia y aplicabilidad a las relaciones humanas. Al relacionarnos con otra persona, muchas veces para tratar de entenderla asumimos que es como nosotros. En relaciones inter-sexuales, esta proyección genera innumerables problemáticas, al sorprendernos de que las actitudes del sexo opuesto son en gran parte contrarias las que tendría el nuestro.
Si la persona participa de estas discusiones, y se vuelve versada en estas diferencias, puede evitar gran parte de los desconsuelos y penas que tan comunes son hoy en día en las relaciones de pareja.
No hace falta demasiado esfuerzo para entender que la prohibición tácita de tratar determinados temas por considerarlos desde el feminismo «políticamente incorrectos», está incapacitando no solo a los hombres entender a las mujeres, sino también le esta impidiendo a las mujeres comprender la perspectiva del sexo opuesto, llevando a la desconfianza, el recelo y la violencia entre los sexos.