A fines del siglo XIX e inicios del XX, una variedad de posiciones sobre los problemas femeninos rondó en los intelectuales socialistas. En la obra de Engels, «El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado», se observó a la familia, incluyendo a las mujeres, como dependientes de la estructura económica y el carácter del Estado. Ya sabemos que el marxismo ve siempre estas cosas desde el punto de vista económico, lo cual además de irreal es bastante pobre Se concebía como la principal función de la familia burguesa la reproducción. Si desaparecía el capitalismo, las mujeres podrían obtener los derechos civiles que representaba la igualdad civil, y es que la comunidad de las tareas, incluyendo las domésticas, y la educación liderada por el Estado permitirían a las mujeres lograr su independencia económica. Este es el programa básicamente seguido por Suecia y las socialdemocracias occidentales actuales.
Marxismo y Feminismo
Babel (socialdemócrata marxista) escribió su desorientado texto “La mujer y el socialismo”, el cual analizó la situación económica y sexual de las mujeres desde la perspectiva de El Capital de Marx. Reconoció que la desigualdad de sexo no se reducía al capitalismo, sino también, a los varones (este ya va profundizando y dando un pasito más,como vemos, en el asunto y metiéndose ya en la cuestión de la desigualdad natural), no obstante, insistió en la necesidad de erradicar el sistema capitalista para obtener la liberación femenina. Casi todos los autores marxistas hacían una unión inseparable entre comunismo-liberación de la mujer. Estos autores pensaban que la revolución traería una transformación de las relaciones sociales y económicas, incluyendo las de sexos (constructivismo social).
La pareja Lenin ― Nadezhda Krupskaya escribió un corto libro titulado «La Mujer Trabajadora» describiendo la opresión de las campesinas y obreras (le da un toque de clase social). Creía que la unión de los trabajadores y trabajadoras asegurarían su propia liberación instaurando una nueva sociedad. Y bla bla bla Alexandra Kollontai con su texto “Las bases sociales de la cuestión de la Mujer “ entra en nuevas contradicciones ya que, como sabemos, siempre ignoran los aspectos bio-evolutivos del problema y piensan que el surgimiento del comunismo cambiaría las relaciones entre los sexos. Concibió a la Mujer Nueva en relación a la afirmación de sí, debiendo, rechazar la dependencia material y afectiva, rebelarse por la opresión socioeconómica y oponerse a la moral hipócrita y el “cautiverio amoroso” y en fin si es lo que está vigente actualmente que vamos a contar.
Una sociedad sin clases ni sexos
En general, los autores socialistas como sabemos trataron de indiferenciar los sexos en un mundo revolucionario, exactamente igual que ahora pero sin el elemento propiamente revolucionario, se trata del mismo programa pero sin el elemento revolucionario mencionado, pues todos serían iguales, seres andróginos en la nueva sociedad comunista.
Las mujeres deberían masculinizarse en su ámbito económico, político e incluso fisiológico.
Choques con la realidad
La adaptación de la población rusa al régimen soviético implicó numerosas contradicciones y conflictos en la configuración de las familias como no podía ser de otra forma. Surgieron una gran cantidad de separaciones y divorcios, y diversos abandonos de los hijos. También, creció el número de los abortos y cayó la tasa de la natalidad. Aumentaron los infanticidios y los asesinatos de esposas. Los varones frecuentemente dejaban el hogar, creciendo el número de madres solteras… Los casos de reconocimiento de paternidad se acrecentaron, y los tribunales no tuvieron un derecho sólido frente a las demandas, al igual que en en asunto de las pensiones alimenticias. En éstas últimas, también se tuvo que enfrentar el problema de la falta de liquidez de los padres, cuyos casos fueron cuantiosos.
Desde 1929, el gobierno soviético comenzó a criticar la inversión de las energías en el amor y sexo, a costa de no dedicarlas a la causa revolucionaria, es decir, a los objetivos del Estado. Se cuestionó el “libertinaje” de las prácticas sexuales, incluso se elaboró un decálogo de doce mandamientos, por Zalkind, para este fin. En 1934, la homosexualidad se convirtió en un crimen, y a las prostitutas se las declaró delincuentes.
Stalin y el foco renovado en la familia
Con Stalin en el poder la cosa empieza a cambiar un poco, la familia vuelve a convertirse en la célula básica de la sociedad, la cual debía constituirse en sólida y unida. Surgió el imperativo de regenerarla. Desde 1935, las campañas en contra del aborto y el divorcio se intensificaron, y en 1937, se prohibió el aborto y se complejizaron los tramites del divorcio para intentar frenarlos un poco. Sin embargo, los índices de aborto continuaron siendo significativos, a pesar de las normas.
Algunas de las imágenes femeninas que se glorificaron en este tiempo fueron la Mater familias, caracterizada por sus anchas caderas; la ordeñadora de élite, que simbolizó la fertilidad; la Patria nutricia, que se asoció a la imagen tradicional de las campesinas robustas; y la Madre heroica, quien recibía la orden Gloria Maternal por tener siete a nueve hijos.
Sobre la prohibición del aborto mencionado, el 26 de mayo de 1936 se publicó en los periódicos soviéticos el borrador de la ley «Sobre la protección de la maternidad y la infancia» (cualquiera lo diría viniendo de un régimen comunista, pero esto revela las contradicciones de toda esta cosmovisión) con un llamamiento a la discusión pública de su contenido. El borrador incluía medidas destinadas a «combatir las actitudes frívolas hacia las obligaciones familiares», endurecer y poner restricciones al divorcio y aumentar el prestigio de las madres de muchos niños (vamos como un régimen católico jajaja). Con estas medidas se daba un cambio radical a la política familiar respecto a la anterior etapa de la revolución bolchevique concretadas en las leyes de 1926 (que había reemplazado incluso a una legislación más radical aun que databa de principios de la década de 1920), estas medidas atrajeron relativamente poca controversia.
Claro todas estas medidas no excluían las otras consideraciones de la mujer como trabajadora y demás, con lo que se le vino a la mujer una carga bastante considerable encima y se vio de la noche a la mañana con una hoz en una mano y una cuchara en la otra (la mujer cuervo actual).
Todo este cambio político al respecto– entre algunas cosas más– hizo escribir a Trotsky “la revolución traicionada”, lo que ocurre es que Trotsky no supo entonces por razones obviamente cronológicas, que una vez caída la URSS, Occidente iba a coger el testigo de sus ideas para– profundizando en ellas– vengar esa traición de la revolución bolchevique con medidas más radicales incluso. Con lo que la ONU, los organismos internacionales y los distintos gobiernos de Occidente son claramente de inspiración marxista trotskista, incluso en aquellos que se dicen conservadores. No hemos aprendido nada de todas estas contradicciones en el que necesariamente cae la filosofía marxista y comunista sobre la mujer y su papel en la sociedad, y en esto estamos.