Proudhon,uno de nuestros más eminentes antifeministas clásicos, tenía una alta consideración por la institución matrimonial y familiar, es más, para nuestro ilustre anarquista mutualista, era la única verdadera:
«Ustedes atacan todo cuanto yo amo y reverencio, la única de nuestras antiguas instituciones a la cual he conservado respeto, por cuanto en ella veo una encarnación de la justicia.»
«La igualdad de los sexos (igualdad de género dicen ahora) significará el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor, y la ruina de la raza humana»
Como vemos, acertó.
El digno interlocutor de nuestro Donoso Cortés, escribió dos libros contra el feminismo: la Pornocracia (1875) y un año después «Amor y matrimonio». (1876), como vemos unos 20 años después del origen político del feminismo en el manifiesto comunista y revolución de 1848.
En la segunda obra mencionada toca varios elementos fundamentales de la significación del matrimonio y que alguna vez hemos comentado desde nuestro punto de vista. Así, en consonancia con uno de los padres de la sociobiología: R. Westermarck y su «Historia del matrimonio en la especie humana», considera acertadamnte que el matrimonio fue el gran triunfo de la mujer y no como pensarían los comunistas un instrumento de opresión y explotación hacia ella, así nos dice:
«¿Cómo, pues, el hombre es conducido a ese pacto en que su preponderancia se hace sierva de la debilidad, en el que, mientras él cree poseer y gozar, es él, en realidad, quien es poseído por no decir explotado? ¿Cómo ese señor soberbio se hizo legislador y garante de tal contrato? ¿Qué esperaba de él? ¿Qué halla en él? He aquí lo que los partidarios de la igualdad de los sexos debieran al menos indicarnos, antes de ensañarse contra quien no cometió más crimen que abdicar de su fuerza, inventando para la mujer el matrimonio….»
Después señala la connotación aristocrática del matrimonio desde las primeras civilizaciones y el ennoblecimiento y dignidad que suponía para la mujer:
«El matrimonio es aristocrático por su institución; no se le halló en los insulares de Oceanía… Además, en los pueblos en que el matrimonio se halla ya establecido, pero donde la esclavitud y la poligamia existen todavía, hay que distinguir entre la esposa y la concubina; la primera de nacimiento libre, es decir, noble; la otra de condición servil o plebeya. De ahí una diferencia radical de prerrogativas «
Y arremete contra el proto-feminista y comunista Platón y su República que quiere poner a la mujer bajo el patrocinio y el dominio del Estado, tal como ocurre ahora:
«Es por odio a ese espíritu aristocrático que Platón, en su República, abolió el matrimonio, e hizo las mujeres comunes. En opinión suya no las envilecía, sólo que como no distinguía en la diferencia de los sexos ningún pensamiento jurídico y social, como sólo veía en la mujer un instrumento de reproducción y de placer, se decía que ella caía bajo el dominio de la República, ni más ni menos que la industria y la propiedad, y así como había degradado al hombre de la dignidad patricia, destituía también a la mujer de la nobleza que le es propia: el matrimonio. Así lo quería la razón de Estado de su República comunista, concebida con un espíritu de represión de la personalidad antigua, cuya exageración se había convertido en un peligro para Grecia. «