Recientemente ha explotado en Uruguay el caso de Gustavo Castellini, un padre soltero y su hijo de 5 años, en condición de indigencia, a los que el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) – en la esfera de control del Partido Comunista – les negó asistencia sobre la base de que el papá no era una mujer.
Este caso demuestra la razón por la cual es necesaria en nuestra sociedad una organización como Varones Unidos, dedicada a la defensa de los derechos humanos de los varones y a la búsqueda de un trato justo para ambos sexos.
Asesinato de reputación contra un papá en condición de indigencia
Pero el disparate no acaba aquí. Como si fuera poca la omisión de las autoridades, y el carácter misándrico, discriminatorio y sexista de la misma; lejos de ocuparse en proporcionar una solución a la situación de calle del papá y su pequeño hijo, el Ministerio orientó sus energías a contactar a los familiares del hombre presumiblemente en busca de material en base al que delegitimar su justo reclamo de asistencia. Una presunción que toma fuerza en vista del uso que se le dió a la información recopilada.
Desde el MIDES surgieron entonces versiones, en base a meros testimonios de estos familiares, de que el hombre habría sido echado de su casa por «robar para drogarse» y que «la mamá» (una expresidiaria calificada como «adicta a la pasta base» por estos mismos testimonios) «quiere ver al niño». No quiere hacerse cargo de él: «Quiere verlo«. Llamativo, mientras el papá – no teniendo si quiera dónde vivir – se ha ocupado hasta de anotar a su hijo en la escuela.
Sin evidencia que los respalde, representantes del Ministerio acusaron al papá de «negarse a dejar sus datos» algo que Castellini refuta, mencionando que cuenta con testigos que respaldan su versión de que no se le solicitó dato alguno.
Según reportó Desayunos Informales, desde el MIDES «cancelaron todas las entrevistas» pre-agendadas con los medios, negándose de esta forma a emitir declaraciones sobre el caso, lo que puede leerse como una admisión de que «la regaron», y un intento de minimizar el escándalo generado por este maltrato ejercido desde una institución estatal, contra dos personas en condición de absoluta vulnerabilidad.
Casos como el de Gustavo y su hijo, hacen necesario reflexionar sobre la incitación al desprecio del hombre y en particular al Papá que desde los medios y las instituciones estatales se lleva adelante. Sobre los prejuicios socialmente-avalados que de esta forma se crean contra los padres, y que contribuyen a la extracción de los papás biológicos de sus familias con lamentables resultados para el desarrollo de los niños. Este marco cultural anti-masculino, contribuye también al establecimiento de prácticas judiciales discriminatorias que reducen el rol del padre al de oficiar de cajero automático, restringiendo el derecho de los papás a estar presentes y participar activamente de la crianza y la educación de sus hijos.