En una nueva instancia de su siempre interesante columna «Indisciplina Partidaria» en el Semanario Voces, el periodista dió su opinión sobre el linchamiento mediático feminista y políticamente correcto contra el cantante Argentino Gustavo Cordera, que sacudió el río de la plata hace algunos días:
Cordera, durante una actividad en la que regía un acuerdo de privacidad, dijo dos cosas fuertes: 1) que algunas mujeres, por su condición histérica, necesitan sentir que son violadas (que no es lo mismo que ser realmente violadas) para poder tener sexo; y 2) que, si una chiquilina de dieciséis años se excita con un hombre adulto (no voy a usar aquí el lenguaje imbécil con que lo dijo), es contrario a la ley de Dios que ese hombre deba privarse de satisfacerla. Esas dos frases –reveladas por un desleal estudiante que incumplió su compromiso de reserva- hicieron caer el cielo sobre la cabeza de Cordera. Se le suspendieron contratos, se retiró su música de las emisoras, fue insultado, se lo amenazó a él y a su familia. Sin embargo, su primera frase es descriptiva. Afirma que hay mujeres que actúan así. Las afirmaciones descriptivas sólo son reprochables cuando son falsas. ¿Alguien puede demostrar que no existen mujeres que necesiten que una situación erótica presente ribetes que les permitan asociarla con la violación para excitarse o para poder tener sexo? Claro que no. Entonces, ¿por qué el escándalo? La otra frase es una opinión. Cordera opina que las normas legales o morales que impidan a un adulto responder a la atracción sexual de una chiquilina de dieciséis años son “contrarias a la ley de Dios”. Muchos podemos discrepar radicalmente con esa opinión. Pero es eso: una opinión. Y nadie debería ser sancionado por sus opiniones. Sin embargo, en el Uruguay nos sumamos al circo romano “políticamente correcto” que pide –y parece obtener- la cabeza de Cordera. – Hoenir Sarthou
Puedes leer el artículo completo en el semanario Voces, haciendo click aquí.