Esta nota de Página 12, escrita por Mariana Carabajal, una de tantas mercaderes que viene lucrando desde hace muchos años con este negocio multimillonario del «género» en el mundo, es un ejemplo de la locura neofeminista.
Sea porque ella lo crea realmente o porque desee hacerlo creer a un público deseante de fábulas delirantes.
Yo no escribí nada acerca de la chica que mató a su novio. No me pareció ético.
Millones de mujeres cada día golpean a varones con excusas nimias, sean sus parejas o no, abusando de la tolerancia diferenciada que la sociedad le otorga a la mujer desde siempre. Esa desigualdad que las histéricas repudian mintiendo que es al revés.
Por el contrario, nuestra cultura ha tolerado que Doña Florinda cacheteara salvaje e injustamente durante años a Don Ramón por nada, y hasta nos parece motivo de risa.
Si Don Ramón aunque sólo fuese una vez le hubiese retribuído uno de sus cachetazos con otro, estas hienas estarían clamando por sangre.
Pues, igualdad sería que si una histérica le pega un bife a un tipo, el tipo le respondiera con otro bife, como para que el juego de manos femenino se detuviera.
La diferencia es clara: mujeres que cachetean, zamarrean o patean a sus novios por un ataque de celos o de frustración o de capricho, hay millones cada día. Inclusive hasta es común que ante un chiste ellas respondan con una aniñada amenaza de golpe.
Varones que pegan a sus mujeres hay una ínfima minoría, y en general dentro de un contexto de relación trastornada y violenta.
Y claro, cuando se desata la violencia, la mano que más pesa y el salvajismo mayor lo ejercerá el varón por una causa muscular y hormonal.
Esa misma furia que alaban cuando el macho las defiende de otros machos o cuando aplica su vigor al acto sexual, llevada a lo destructivo es mucho más dañina, sin duda. Sin embargo, ellas pegan mucho más.
La furia de esta chica despechada matando a su novio es un caso extremo e infrecuente, ejemplo de multitud de casos que sólo terminan en daños menores, trampas, bajezas y obstaculización para ver a los hijos.
Yo no escribí acerca de ello porque no tiene el menor sentido responder estúpidas acusaciones de «género malo contra género bueno», con otras estúpidas acusaciones en sentido contrario.
Sin embargo, Mariana Carabajal, la comerciante del género que factura con notas, libros y conferencias que describen lo malvados que somos los varones, decide usarlo para su beneficio.
La culpa no sería de la chica trastornada sino del machismo y el patriarcado, es decir de los varones. Mía, por transición. Claro, yo no maté ni violé ni golpeé.
Sin embargo, según Diana Russell y sus millones de seguidoras, es lo que yo desearía hacer. ¿Porqué? Pues, por lo que explica Mariana Carabajal en su nota, la explicación evidente para el dogma: «por el hecho de ser mujer».
El principio bíblico del bien contra el mal.
Entonces, si una mujer es asesinada por su marido, hecho que tiene en la Argentina una incidencia anual menor a la décima parte del uno por ciento de la población, sería culpa nuestra.
Mas si un varón es asesinado por su mujer, también sería culpa nuestra, según el manual neofeminista. Toda nuestra, siempre nuestra.
Esto no es un chiste, es una psicosis generalizada que cada día se hace más grave.