En un informe publicado por la Real Academia Española sobre la expresión «Violencia de Género», la máxima autoridad en el idioma español ha echado por tierra la pretensión neomarxista de someter el uso del lenguaje a su conveniencia política, incorporando el término «género» en reemplazo de «sexo» para dislocar la identidad social de hombres y mujeres de su identidad biológica.
El objetivo declarado abiertamente por algunos políticos de esta orientación ideológica es facilitar por este medio la destrucción de la familia como principio ordenador de la sociedad, ya que las personas que crecen en familias con padre y madre, «tienden a no votar a la izquierda» según Anna Gabriel, diputada neomarxista catalana, que en reemplazo de la estructura familiar propone «criar a los hijos en tribus» (no es joda).
Lamentablemente, junto con «no votar a la izquierda» crecer en una familia a la que el padre se encuentra integrado tiene un impacto innegablemente positivo en los niños que se proyecta hacia toda la sociedad: (menores tasas de delincuencia, suicidio, comportamiento violento, problemas de conducta, conducta sexual riesgosa, drogadicción, mejores resultados educativos, etc.). Beneficios que para los impulsores de estas políticas son aparentemente secundarios, en comparación a la mezquina promesa de un campo de juego político inclinado hacia la izquierda.