Luego de que se develara que la procaz actriz visitó la quinta presidencial en momentos en que regían restricciones de desplazamiento, enfrentó duras críticas por parte de la indignada población argentina que ve en el recibimiento de una actriz de sus características en Olivos una completa inmoralidad por parte de su gobierno, en momentos en que familiares de fallecidos y convalecientes no podían visitar a sus seres queridos, .
En el revuelo generado en las redes tras el conocimiento de que el presidente argentino habría recibido en su despacho a varios «gatos» (mujeres hipersexualizadas de dudosa moralidad, en la jerga coloquial rioplatense) infinidad de voces confluyeron a reprochar – en la dureza de términos típica de este medio – una conducta del gobierno flagrantemente baja, y en principio, uno pensaría que indefendible.
Entre estas voces estuvo la del parlamentario Fernando Iglesias, quien luego de tomar especial notoriedad su «twit» al respecto, fue denunciado por la actriz.
Esta aduce que el twit, una fotografía de Peña que Iglesias habría subido a las redes y las declaraciones posteriores del parlamentario en televisión implicarían «Violencia de Género» en su contra.
Institución patrocinadora
La denuncia cuenta con el apoyo del INADI, un instituto paraestatal dedicado a la «anti-discriminación». El INADI fue creado por iniciativa de la DAIA, una organización del lobby judío en Argentina.
Este instituto está actualmente liderado por Victoria Donda, una ex-parlamentaria socialista, involucrada recientemente en un escándalo por maltratar y mantener «en negro» a su empleada doméstica.
El supuesto delito
El twit motivo de la denuncia, sin embargo, dista de un momento en el que todavía no había trascendido en específico la participación de esta mujer en el vergonzoso episodio, por lo que Iglesias tendría que tener habilidades premonitorias para saber que con la publicación de ese mensaje estaría ofendiendo personalmente a la denunciante.
En sus declaraciones para la televisión, Iglesias no hace referencia a Florencia Peña, y la fotografía en cuestión se trata de una pública, ya difundida previamente en infinidad de ocasiones.
El problema de fondo
Es dudoso que una denuncia de esta liviandad prospere y esto hablaría muy mal de la justicia Argentina. Pero más allá de lo puntual, este suceso es sintomático de una problemática mucho mayor y más profunda.
Lo grueso y lo que esta denuncia falsa de violencia de género parece intentar ocultar es que en Argentina la ley obliga solamente al pueblo argentino, a la gente común, mientras los amigos del poder pueden ignorarla o hacer uso y abuso de ella cuando les convenga. Como pretende servirse de la ley en este caso Florencia Peña para ser convalidada legalmente en su impunidad feminista.
El carácter republicano de las democracias de occidente siempre se sostuvo y justificó sobre la base de que la misma ley sería aplicada de la misma manera para todos: incluso para el presidente (la autoridad formal máxima del gobierno). Más allá de si este relato legitimante tuvo o no su correlato en la realidad, en tanto relato legitimante su existencia permaneció incuestionada hasta que se ha vuelto insostenible e ido abandonando en las últimas décadas.
La existencia de una ficción epistemológica hembrista como lo es el concepto de violencia de género, la perspectiva de género y otros dislates de «discriminación positiva», y su imposición global en el ordenamiento jurídico de los estados «democráticos», echa por tierra con su flagrancia discriminatoria aquel relato legitimante moderno.
Ya no se puede seguir diciendo hoy que hay una ley para todos aplicada por igual a todos. Hay impunidad para las demografías «oprimidas» e indefensión para las que, organizadas, podrían representar un problema para el poder global y son por ende declaradas por éste como «opresoras». Hay privilegios para los propulsores de la agenda del poder, y para el resto, hay obligaciones.