El periodismo de videojuegos anglosajón, carcomido por feministas desde los tiempos de #GamerGate, entró en crisis luego de que el trailer de «The Last Night» fuera incluido en E3; una convención de videojuegos que este cártel de lo políticamente correcto considera su territorio y en el que se auto-asigna autoridad para sancionar a los artistas como «problemáticos» cuando los valores o las ideas políticas detrás del videojuego son distintos a los suyos.
The Last Night ( la última noche ) es un juego de pixel-art que maneja la estética cyberpunk a la perfección. Cuenta con una dirección de arte que ha despertado elogios de todas partes, pero sin embargo tiene un «problema». Es políticamente incorrecto porque toca los temas de los derechos de los varones y la crisis de la masculinidad en occidente.
Su creador, Tim Soret, es un masculinista que concebió el videojuego no solamente como un entretenimiento, sino también como un mecanismo para realizar una crítica al neomarxismo, la «corrección política» y el objetivo neomarxista de imponer un ingreso básico universal como respuesta al reemplazo de la clase trabajadora por los métodos automatizados de producción. Como era de esperarse, los justicieros sociales no tardaron en lanzar las primeras bombas increpando a Microsoft por incluir a este videojuego en E3.
Poder y Feminismo Vs. Masculinismo y La Comunidad Gamer
La reacción del público sin embargo fué de completo apoyo al creador del videojuego. La situación actual en toda la comunidad gamer, a pesar de que #GamerGate ocurrió hace años sigue siendo tensa, porque si bien el neomarxismo perdió el debate y toda aspiración a una legitimidad en este contexto, sus activistas siguen manteniendo un gran apoyo por parte de corporaciones y organizaciones internacionales, ocupando todavía también puestos relevantes en la industria del periodismo de videojuegos.
Zoe Quinn vuelve a las canchas
Una de estas activistas neomarxistas que posa como periodista de videojuegos y que ganó notoriedad durante #GamerGate es Zoe Quinn, quien también saltó a increpar al creador de The Last Night, como era de esperarse, acusándolo de «Meterse en la cama con Masculinistas, Ex-novios abusivos, y Literalmente Nazis», en una seguidilla de tuits cargados de resentimiento. Irónicamente Quinn, una supuesta desarrolladora de videojuegos cuya única creación se ofrece en forma gratuita, en este tiempo se había presentado ante la ONU invitada por el feminismo para promover la censura en internet junto a fundamentalistas islámicos apoyándose en la narrativa del ciber-acoso.
¿Tan peligroso puede ser un videjuego?
En un análisis publicado en el portal orientado al público progrecheto primermundista Inverse.com, se deja en claro por qué el neomarxismo y su sucursal feminista le han saltado a la yugular a este creador de videjuegos independiente hasta forzarlo a pedir disculpas.
En este artículo se califica como «equivocado» el encare que Soret hace del Cyberpunk, porque «tradicionalmente se había utilizado para criticar al capitalismo» y ahora Soret lo está utilizando para criticar los «ideales socialistas», por lo que para esta publicación está «contra la gente».
En The Last Night tomás control de un personaje que busca revelarse contra estos «ideales» neomarxistas, en lo que su autor, antes de que explotara la controversia había descrito como «una advertencia contra el progresismo extremo».
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