La «crisis migratoria» llega a Uruguay

«Refugiados» sirios llegando a Uruguay

En los últimos días se ha impulsado desde los medios un debate sobre el aumento en la tasa de migrantes que llegan a Uruguay, brindando al establishment neomarxista la plataforma ideal para continuar su andanada de reprimendas contra «los uruguayos».

Hoy, además de «misóginos» y «machistas», los Uruguayos somos «racistas y xenófobos» según el dirigente colorado José Pablo Franzini, y el resto de la camarilla globalista «políticamente correcta».

Los de afuera ya no son de palo. Ahora tienen coronita

Franzini, dirigente opositor, defiende un subsidio que el MIDES paga a migrantes para que se queden en Uruguay:

«Estamos recibiendo la mayor corriente migratoria de los últimos setenta años. ¡Bienvenido sea!, tenemos que abrirnos, necesitamos gente, somos un puñado, una aldea. Este subsidio hace que se quede gente»

Como se puede leer claramente. Franzini no promueve una politica migratoria, en la medida de que sirva a la nación, sino una política de migración irrestricta sirva o no a las personas que viven en el país, a los que considera «un puñado» y «una aldea».

Han trascendido casos de migrantes a los que el MIDES les paga directamente el alquiler, en una zona céntrica de Montevideo, mientras miles de Uruguayos viven hacinados, sin saneamiento ni servicios básicos, en asentamientos irregulares. O dejan la mitad del sueldo en pagarse ellos, como corresponde, su alquiler.

Para Franzini, quien considera a los Uruguayos «racistas, xenófobos y prejuiciosos» (sus palabras) esta injusticia contra nosotros, no importa. Que el estado nos haga pagar el costo de que nuestra cultura sea diluida y globalizada le parece genial, quizás tenga algo que ver con el evidente desprecio hacia los Uruguayos que permea sus declaraciones.

La falsa excusa de la «crisis demográfica»

Franzini justifica esta simpatía traviesa que siente hacia el fomento destructivo de la migración aduciendo a que Uruguay atraviesa una «crisis demográfica» por una baja tasa de natalidad. El mismo argumento que se utilizó en Europa para promover la crisis migratoria cuyos catastróficos resultados recién están comenzándose a conocer en hispanoamérica. Parece que no hubiéramos aprendido nada de la tragedia europea.

Ahora, ¿Franzini se preocupó alguna vez de las causas de esa baja tasa de natalidad que ahora de repente le preocupa? ¿Criticó alguna vez el impacto negativo que el movimiento feminista tiene sobre la natalidad al fomentar en las mujeres el rechazo a ser madres y considerando a la maternidad «una forma de esclavitud»? ¿Por qué no, si está tan preocupado por resolver la crisis demográfica que no le importa hacernos, a los Uruguayos, pagar por ella con nuestro dinero y la integridad de nuestra cultura?

Si queremos aumentar la natalidad, la solución no es la migración sino dejar de gastar en promover el feminismo

Dejar de promover el feminismo desde el estado, lejos de costarnos dinero (como este fomento de la migración), nos lo ahorraría.

Nos ayudaría a reincorporar a los padres a las familias, padres que son claves para prevenir el abuso de sustancias, y la criminalidad en los hijos.

Nos ayudaría a equilibrar las relaciones de poder entre los sexos, los que llevaría a un sólido aumento del número de hijos por familia y a un corrimiento de la natalidad de los sectores más pobres a toda la sociedad en su conjunto.

Pero quizás el factor clave, es que permitiría nuevamente una transmisión cultural transgeneracional efectiva, que garantice la continuidad y el desarrollo orgánico de las tradiciones occidentales en su variante específica local.

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