4 lecciones de Carl Jung para entender la realidad actual de las relaciones entre los sexos

carl-jung-habia-predicho-el-desastre-de-la-guerra-de-los-sexosUno de los principales pensadores de la psicología y la filosofía del siglo XX, Carl Jung superó los postulados de Sigmund Freud, y predijo el desastre de la confrontación entre hombres y mujeres promovida en la práctica por el movimiento feminista actual.

 

1 – ¿Por qué el hombre se ha ablandado?

Según Jung, – y esto lo comentó en base a la sociedad americana de 1912 – el problema parte de que la energía psíquica, la líbido, del hombre actual, está casi completamente concentrada en su trabajo, lo que no le deja energía disponible para ejercer un rol relevante en el ámbito de la familia.

Esto, de acuerdo a Jung, fuerza al hombre a otorgarle independencia a la mujer, y  a cederle un rol de preponderancia en el hogar, un rol preponderante que con el desarrollo del movimiento feminista se ha venido expandiendo hacia la esfera de lo público.

2 – El idealismo igualitario es antierótico

Con respecto a la relación con las mujeres en la pareja, Jung plantea que desde un punto de vista emocional, tanto el varón como la mujer, somos mucho más primitivos de lo que nos gusta creer, y salvo casos excepcionales, nos es difícil compatibilizar el instinto sexual, con la pretensión de moralidad igualitaria que socialmente se nos impone.

Por un lado, el hombre entra en conflicto porque su instinto sexual no opera sobre la base de un pasivo intercambio entre iguales, sino de un agresivo deseo de conquista. Mientras la mujer entra en el mismo conflicto, porque – según Jung – desea instintivamente ser sometida (recordemos que durante los miles de años de evolución de los instintos sexuales femeninos, la sexualidad ha estado íntricamente relacionada a la sumisión).

Jung elabora sobre este punto:

«(Aún hoy) en las mujeres se encuentra el viejo, el primitivo deseo de ser poseídas, de rendir, de someterse.» – Carl Jung

Los teóricos neomarxistas políticamente correctos, podrán desestimar millones de años de evolución como «construcciones sociales del capitalismo heteropatriarcal», pero más allá de los desmayos a los que las afirmaciones de Jung puedan llevar a las feministas bienpensantes, no hay hasta el momento refutación de estas que resista el más mínimo análisis.

Cabe aclarar además, que este sometimiento al que alude Jung es en la inmensa mayoría de los casos parte de una dinámica relacional compleja y del juego sexual disfrutado por ambos, y no una «violación» como algunas feministas pretenden que creamos.

3 – Complejos de edipo

Según Jung, una de las formas que tiene el hombre de solucionar este conflicto entre el deseo de someter sexualmente a su mujer con el imperativo social de tratarla en un plano de igualdad, es sustituir el arquetipo de la doncella sexualmente atractiva y objeto de su deseo sexual por el arquetipo de la madre, que no es objeto de su deseo sexual sino de su veneración. Lo que libera su líbido para enfocarla en su actividad profesional.

4 – Nada ante lo que rendirse

Lo que plantea Jung en cuanto al deseo sexual de la mujer por tener un hombre digno ante el que someterse, explica elegantemente la tendencia a la hipergamia en las mujeres, ( es decir, a mantener relaciones sexuales y románticas con hombres de mayor estatura social ) y la frustración sexual de tantas mujeres altamente educadas al no encontrar hombres que consideren «a su nivel».

También explica el fracaso de los muchachos feministas que pretenden hipócritamente recibir atención sexual de las mujeres posando como defensores del feminismo y terminan siendo objeto de burla por parte de las mismas mujeres que pretenden impresionar.

Es parte de nuestro rol como hombres el proporcionar a las mujeres compañeros románticos y sexuales dignos, capaces de satisfacerlas sexual, emocional y espiritualmente. No podemos, como muchos hemos venido haciendo, desentendernos de nuestro este rol social ocupándonos autísticamente de nuestros asuntos, dejándolas en manos de quienes manipulan su insatisfacción con fines políticos o quizás aún peor, pretendiendo someternos a ellas sin obtener más que un justo y aleccionante desprecio.

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