En una conversación con la que me topé en las redes se nos acusaba de «descarados» por existir como organización y llamarnos «varones unidos«, lo que merece unos breves comentarios para de paso atender algunas otras críticas que están pendientes de respuesta.
El nombre de Varones Unidos
En nuestro enfrentamiento con feministas capaces de calificar de «violadores y asesinos» a casi el 50% de la población, ser acusados de «descarados» por existir, o por elegir un nombre que no podría ser más claramente descriptivo de nuestra misión, es por lo menos sorprendente.
Otra crítica que se nos ha hecho, y desde nuestras propias filas es que a nuestro nombre sel e puede interpretar un doble sentido vulgar, bajo el entendido de que esto ha sido involuntario. Que nuestro nombre «Varones Unidos» sea un vehículo para que los opositores a la existencia del masculinismo proyecten su inseguridad sobre su orientación sexual, de hecho deja en evidencia que parte importante de la oposición masculina a la existencia de Varones Unidos, se explica por la inseguridad que muchos hombres sienten acerca de su relación con los demás, su miedo a ser o parecer homosexuales por mostrar solidaridad con otros integrantes de su propio sexo, lo que ha contribuido a la aislación social de muchos hombres y sido una traba histórica para el desarrollo del movimiento masculinista.
Los «Jaja, varones unidos seguramente son gays», lejos de ser un inconveniente, nos ayudan a dejar en evidencia la naturaleza hipócrita y la incapacidad para entablar un diálogo de quienes típicamente se oponen a nuestra existencia. Sabemos que no van a resistir – especialmente en las redes sociales – la tentación del chiste fácil, lo que no hace más que demostrar que nuestros contrapartes no atienden a los argumentos que plateamos sino que buscan descalificarnos con diferentes variantes de la falacia ad-hominem. Atacando la respetabilidad de la entidad que arguementa y no a la solidez del argumento en sí.
En todo caso, sería muy difícil para superar el nivel de surrealismo y ridiculez de los nombres de algunas de las innumerables ONGs feministas. Fíjense por ejemplo esta: «Mujeres de la Matria Latinoamericana«, donde «Matria» sería la versión femenina de «Patria». Menos mal que tenemos a Reverté todavía en la RAE defendiendo al idioma español de este cáncer posmoderno.
¿Ya están los hombres organizados?
Otra crítica que se nos hacía, crítica a nuestra existencia, – acto criminal de opresión patriarcal – es que a juicio de esta persona «los hombres ya estaban organizados».
La respuesta corta a esto es NO. Es más, todo lo contrario.
Cabe recordar que antes de que surgiera VU no había organizaciones dedicadas a las temáticas exclusiva o principalmente masculinas. Menos aún una que velase por los intereses de los hombres en el debate público sobre cuestiones de género.
Los hombres están totalmente desorganizados y esto no solamente tiene un impacto negativo sobre nosotros, sino sobre la sociedad toda.
¿Por qué es necesario que exista Varones Unidos?
La lucha contra la discriminación en los juzgados de familia, contra la discriminación legal por sexo en la tipificación del femicidio, las leyes de cuotas o la ley integral de violencia de género, son inefectivas por separado. Porque son expresiones puntuales de una problemática de fondo, la indiferencia social respecto al sufrimiento de los hombres, la desechabilidad masculina.
Para muestra basta un botón
Actualmente en la Universiadad de la República los hombres representan apenas el 29% de la matrícula. En gran medida porque se carga sobre nosotros socialmente el peso de ganar dinero ya sea para sostener una familia o para atraer al sexo opuesto. Que los hombres no lleguemos a ser ni el 30% de los estudiantes universitarios – para los hipócritas neomarxistas que diseñan nuestras políticas públicas «de género» – no es una desigualdad, lo que sí es una desigualdad es que en carreras puntuales como ingeniería sean los hombres la mayoría.
En resumen
Ya no estamos en los años 50 donde la mujer se queda en la casa, la política es un ámbito masculino y el feminismo es un ruido de fondo. Hoy el feminismo escribe las leyes y obliga a fuerza de lobby y escraches a los políticos a aprobarlas. El feminismo controla la justicia y si no tiene leyes, las inventa para llevar adelante su programa de supremacía femenina.
Que sean los hombres mayoría en el parlamento ¿De qué sirve a nuestro interés colectivo si promulgan leyes que nos perjudican porque como dice Vidalín «se dejan dominar por un puñadito de mujeres» que tienen el «machista» siempre listo para designar como blanco a quien sea que no se someta a sus exigencias?
Pensar que hoy los hombres «están organizados» (en el sentido alinskiano) al mismo nivel que las mujeres, sencillamente no se sostiene. Necesitamos con urgencia un masculinismo que restablezca la dignidad de la condición masculina.