Uno de los errores más comunes que se comenten al pretender entender la interacción entre el Feminismo y el Masculinismo es creer que se trata de una guerra de los sexos. De un enfrentamiento entre hombres y mujeres.
Dos comunidades mixtas
En realidad, tanto el Feminismo como – quizás más aún – el Masculinismo ahora, son comunidades político-sexuales mixtas. Segregadas entre sí; pero compuestas ambas de hombres y mujeres que conviven y tienen interacciones de carácter romántico y sexual, principalmente con otros integrantes de su propia comunidad. Las personas que piensan parecido en cuestiones político-sexuales, tienen a interactuar romántica y sexualmente entre ellas, porque se entienden más fácilmente.
La doble hélice de la evolución de la cultura político-sexual
La seducción permanente
El pensamiento político-sexual de hombres y las mujeres se adaptan el uno al otro, evolucionan en una danza, en un cortejo constante.
Esto deriva en una sincronía entre hombres y mujeres que operan dentro de la misma comunidad político-sexual, y un conflicto o discordancia entre personas que integran comunidades distintas ( más aún opuestas ) como lo son el masculinismo y el feminismo.
El péndulo hegeliano
A su vez, la evolución de la cultura político-sexual en la sociedad toda, obedece al péndulo de la dialéctica hegeliana, operando en esta analogía el conservadurismo de los «roles tradicionales de género» como la tesis, la reacción femi-marxista a éstos como la antítesis y la reacción a los excesos del feminismo neomarxista de la que el masculinismo es una de varias expresiones (junto con el antifeminismo y los feminismos alternativos) como la síntesis de este proceso de revisión de los roles de género.
Y en este proceso estamos ahora, no en un retorno a los viejos roles de género, sino en la elaboración de una síntesis que incorpore a los viejos roles de género los aportes válidos de la reacción feminista.