Un artículo publicado hace varios años en la revista «Miss 15», publicación uruguaya orientada a adolescentes, despertó la cólera (#Triggering) entre feminismo paranóico twittero, invocando también al patoterismo típico de esta red social que siempre se anota a darle palo al que parezca haber caído en desgracia.
El artículo en cuestión, tan simplón como cualquier otro dentro de este tipo de publicaciones, ofrece recomendaciones vernáculas para que las chicas eviten generarle más celos a sus parejas.
De lo que se quejan las feministas, es lo que los hombres hacemos calladitos la boca.
Destacamos las frases que más gatillaron a las feministas:
«Está bien que tengas muchos amigos, pero no abuses. No es necesario que salgas con ellos todas las semanas»
¿Cuántos de nosotros dejamos de salir tanto como antes con nuestros amigos para estar en buenos términos con nuestras parejas?
«No te cuelgues bailando con el que mejor lo hace en tu grupo de amigos»
¿A quién de nosotros se nos ocurre colgarnos a bailar con la chica más atractiva de un grupo si estamos en pareja? Sabemos que si lo hacemos se nos arma.
«Si un amigo te llama por teléfono, contale quién es y por qué te llamó»
Si una mujer llama a tu casa, atiende tu pareja y pide para hablar contigo. Lo más probable es que alguna explicación tengas que dar.
«Si un amigo te llama por teléfono, contale quién es y por qué te llamó»
Si una mujer llama a tu casa, atiende tu mujer y pide para hablar contigo. Lo más probable es que se te arme también.
Si como varones dejamos de hacer algunas cosas, por nuestras parejas, no es porque seamos unos sometidos; es porque tenemos los pies en la tierra y sabemos que vivir una vida de solteros, estando en pareja es imposible. Para tener una pareja estable y feliz uno tiene que hacer ciertos sacrificios que para uno valen la pena. Calificarlos de machismo, es sencillamente infantil.
Un enfoque humano de los celos
Personalmente he tenido muchas relaciones, quizás más de las que me gustaría, pero si de algo estoy seguro es de que siempre que fuí realmente importante para una pareja, esa persona me celaba. Nunca fué algo enfermizo y es más, hasta cierto punto se siente bien, te hace sentir querido. El problema ocurre cuando los celos se vuelven una manía de persecusión enfermiza a causa de la que no puedes llevar una vida normal. En esos casos, lo recomendable es hablarlo claramente con tu pareja y de ser necesario dejar la relación. Pero en la mayoría de los casos, con una buena comunicación, ceder un poquito de cada lado, mientras halla cariño y respeto mutuos, se llega a una solución que mantiene a la pareja unida y a ambos felices.
La estigmatización militante de los celos
Ahora, el feminismo no tiene una perspectiva humana del tema, sino una militante. Las feministas creen – y pretenden hacernos creer a todos – que los celos son siempre una forma de violencia de género y no un sentimiento humano natural tan o más viejo que la humanidad misma.
Naturalmente los celos pueden llegar a grados enfermizos, como cualquier otra emoción y convertirse en un problema. Pero el feminismo no hace esta distinción. Para ellas todos los celos, por mínimos y benévolos que sean, están mal. Son «machismo». Incluso – contradictoriamente – los celos de las propias mujeres hacia los hombres.
La estigmatización de los celos y la destrucción de la familia
Pero esto no es así por mera estupidez, el feminismo evita hacer la distinción entre los celos normales y los enfermizos, porque esto contradice su narrativa. Le impide calificar – virtualmente a todas las parejas estables – como violentas, y le dificulta lograr su objetivo no declarado de obstaculizar la formación de parejas estables y consecuentemente de familias. Esto acarrea la triste consecuencia de mantener a las personas emocionalmente apartadas del otro sexo, infelices, insatisfechas y desconfiadas.
Este dificultamiento de la formación de parejas ya ha alcanzado niveles graves. De acuerdo a nuestra encuesta, la mayoría de los hombres encuentran difícil o muy difícil encontrar a una pareja aceptable para emprender una relación estable.
Si queremos poder compartir nuestras vidas con una persona especial del otro sexo, hay que aclarar, cuando se discuta el tema, que hay celos saludables y celos enfermizos. Hay que lograr que lo enfermizo sea realmente tratado como tal. Y – lo que no es menos importante – que lo saludable, sea permitido.