El feminismo activista no admite la existencia de otra motivación para el despreciable acto de forzar a una mujer a tener relaciones sexuales que la supuesta misoginia u odio a la mujer. Al englobar a la violación sexual dentro de los crímenes «de género» supone que el acto es una expresión de odio hacia todo el género femenino, pero lo que indican los detalles de estos hechos tan tristes, en muchos casos es algo completamente distinto.
Un ejemplo de violación no motivada por la misoginia
Veamos por ejemplo este caso. En esta ocasión, el violador, en el medio del ataque, instó a la chica a hacer una llamada a su novio. Por suerte, la chica demostrando un excelente pensamiento rápido y frío, no llamó a su pareja sino al 911, permitiéndole a las autoridades capturar a su agresor.
La explicación feminista
El feminismo dirá que este es un acto de violencia contra la mujer, fruto del odio del varón (y la sociedad en general) hacia la mujer, pero si esto es así, ¿Por qué hacerla llamar a su novio? ¿Por qué querer que su novio se entere del acto?
Las violaciones sexuales como violencia indirecta apuntada a un varón
De hecho, este es solo un ejemplo de la ocurrencia de un patrón que ocurre en muchas violaciones, en las que la mujer es un accesorio, un «proxy», a través del cual se pretende causar un daño emocional a un varón que estima especialmente a esa mujer: Su padre, hermano, marido, pareja. En un acto de despreciable cobardía el agresor se enfoca en lo que reconoce como el punto débil de su objetivo, su mujer, hija, hermana.
La violencia entre varones es mucho más común que la violencia del varón hacia la mujer. Si como las feministas proponen, la cantidad de asesinatos de una mujer a manos de un varón es evidencia de un odio hacia la mujer, el hecho de que mueran 3 veces más varones asesinados que mujeres, debería ser una prueba de que el odio hacia el varón es 3 veces más fuerte.
Con más razón deberemos enfocarnos en resolver por qué los varones somos agredidos (y agredimos) tanto a mujeres como a varones, ya que somos nosotros los que representamos a la mayoría de los agresores, pero también de las víctimas de violencia.
La necesidad de investigar objetivamente para prevenir y castigar las violaciones.
Es difícil saber qué porcetaje de las violaciones corresponden a este patrón de violencia indirecta, pero evidentemente por su cobertura en la prensa no es un porcentaje despreciable. Lamentablemente no hemos podido acceder a estudios serios acerca de este tema. Esto quizás tenga que ver con la crueldad que ha demostrado el feminismo a la hora de castigar los intentos de los académicos de investigar el tema de la violencia sexual objetivamente, sin las presuposiciones dogmáticas que impone el feminismo.
Las mujeres son las que sufren en carne propia estos incidentes, y las más dañadas por los mismos, pero no podemos prevenir un hecho si nos mentimos a nosotros mismos sobre las motivaciones del agresor. Si nos negamos a investigar la realidad detrás de los crímenes por acatar las agendas políticas del activismo, y no conocemos la verdad, nunca podremos avanzar en el sentido de prevenir efectivamente estos actos y salvar a más mujeres y sus seres queridos de atravesar este tipo de tragedias.