La carta redactada por el Prof. Dr. Fernando D. Saraví, Profesor Titular del Instituto de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo, desmonta punto por punto, las falacias planteadas por el movimiento feminista entorno al debate del aborto.
Dada la actitud ponciopilatesca de nuestro presidente sobre el tema del aborto, no es de extrañar que miembros de su gabinete se lancen a hacer declaraciones que arrojan más sombra que luz a la opinión pública. Tal el caso del Ministro de Salud de la Nación, Dr. Adolfo Rubinstein. A continuación cito sus declaraciones (entre comillas) y acto seguido lo que ha callado.
“En los países que legalizaron el aborto se redujo drásticamente la mortalidad materna”. Verdad a medias. No dice que la tendencia mundial desde hace décadas es a la reducción de la mortalidad materna, independientemente del status legal del aborto (datos de la OMS). En nuestro país, la mortalidad materna descendió a menos de la mitad entre 1980 y 2016. Tampoco dice que hay países con aborto legal, como Rusia e India, y altas tasas de mortalidad materna. También calla que hay países con aborto ilegal que tienen tasas muy bajas, incluso comparados con países con aborto legal. Tal el caso de Polonia e Irlanda en Europa, o de Chile en Latinoamérica.
“Está demostrado que en los países donde el aborto es legal la cifra de abortos que se hacen no es mayor que la de los países donde es ilegal, es decir, no aumentan por ser legales”. Mentira completa. En España, el número de abortos aumentó, tras legalizarse, de 16000 a 112000 anuales entre 1987 y 2012 (+ 700 %). En Inglaterra, el número de abortos aumentó 800 % entre 1969 y 2015.
“La principal causa de mortalidad materna es el aborto clandestino”. Afirmación gratuita. En 2016 murieron 43 mujeres por embarazo terminado en aborto, 135 por causas obstétricas directas y 67 por causas obstétricas indirectas. Es cierto que bajo las causas obstétricas se incluyen varias categorías, pero lo mismo ocurre con el ítem aborto (ver el punto siguiente). En 2016, 82 % de las muertes se debieron a causas obstétricas directas (55 %) e indirectas (27 %). Solamente 18 % a abortos.
“Hay 50 mil internaciones por año en el sector público por abortos complicados». Verdad a medias. Da la impresión que todas se debieron a abortos provocados. Sin embargo, en nuestro sistema estadístico, el ítem “embarazo terminado en aborto” incluye, además del aborto provocado (007 en la clasificación de la OMS) otros seis grupos de causas (mola hidatiforme, embarazo ectópico, aborto espontáneo, etc.; ítems 000 a 006). Por tanto, es imposible saber qué fracción de los 43 decesos se debieron a complicaciones de abortos provocados. Es sabido que 8 % de los embarazos resultan en abortos clínicos espontáneos. Un cálculo sencillo muestra que la cifra anual debe ser de 88.000 abortos espontáneos, la mayor parte de los cuales debe de haber sido atendido en el sector público.
“La ciencia no va a convalidar juicios éticos». Verdad a medias, porque aunque no los “convalide”, la ciencia sí puede informar juicios éticos. Que una nueva vida humana comienza en la concepción es un hecho científico que figura en los libros de texto de embriología y genética, que el Dr. Rubinstein debió leer cuando era estudiante. Además lo ha declarado reiteradamente la Academia Nacional de Medicina, una respetada institución manifiestamente no confesional.
Un proverbio judío (yidis) dice: “Una verdad a medias es una total mentira”. Un profesional con la formación del Dr. Rubinstein no puede ignorar lo aquí expuesto. ¿Por qué no lo dice?