Qué tiene de neomarxista la publicidad «políticamente correcta» de Pepsi y por qué alienó a todo el mundo

NeomarxismoDon Draper estaría furioso. El aviso en el que Pepsi pretendía enviar un mensaje de solidaridad al millenial progre terminó alienando tanto al resto de la población como a su propio público objetivo.

¿Qué tiene de neomarxista este aviso?

Es natural que escuchar la palabra «marxismo» asociada a una marca de gaseosas estadounidense genere una disonancia cognitiva en quienes asocian el marxismo a la imagen del marxismo clásico con sus reivindicaciones de luchas de clase y su estética proletaria. Para el marxismo cultural, o neomarxismo las corporaciones no son el enemigo sino otras instituciones de las democracias liberales de occidente factibles de ser infiltradas y subvertidas, haciéndolas obrar contra sus propios fines de lucro y en pro de objetivos ideológicos bajo la guisa de la «responsabilidad social» y la «corrección política».

El vituperado comercial de Pepsi nos da un paseo por todos los lugares comunes de la cultura universitaria neomarxista estadounidense, incluyendo una vergonzantemente ingenua representación de las protestas por las típicas reivindicaciones neomarxistas: el feminismo, el multiculturalismo y la ideología de género.

Estas causas forman parte de lo que el neomarxismo llama «la batalla cultural» y en el marco de ésta, están orientadas a la desmoralización de las sociedades occidentales y la desestabilización del órden económico y político de occidente a través del desmoronamiento de las bases culturales que lo sostienen/sostenían, para abrirle paso a «la revolución» y «el socialismo».

¿Por qué alienó a todo el mundo?

Teniendo en cuenta lo anterior, no hace falta explicar por qué el comercial ha logrado alienar tanto a liberales como a conservadores. Pero incluso dentro de la propia izquierda neomarxista la reacción ha sido de rechazo, si bien por otros motivos.

El neomarxismo tiene una cultura reaccionaria, paranóica, Stalinesca y sin sentido del humor, que se toma a sí misma demasiado en serio. Quizás por esto el comercial de Pepsi, para variar, la ha ofendido.

Desde la progresía, el comercial de una gaseosa protagonizado por una estrella de un reality, como Kendall Jenner, es demasiado fácil de interpretar como una burla involuntaria a su fantasía épica de lucha social.

Por más ridículo que nos resulte desde fuera esta épica revolucionaria de los millenials primermundistas, ellos se la creen en serio y como un travesti que espera que todo el mundo lo trate como una mujer aunque no lo sea, ellos esperan que se los trate como gloriosos libertadores de las clases oprimidas aunque las clases genuinamente oprimidas resientan su actitud condescendiente y patológicamente maternalista hacia ellos.

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