El sacerdote belga Jos Vanderlee fué apuñalado múltiples veces por un «refugiado» musulmán al que había permitido ingresar a su casa para que tomase una ducha.
Luego de tomar un baño, el «refugiado» demandó que el sacerdote le diera dinero, y procedió a apuñalarlo cuando recibió una respuesta a su negativa.
El atacante ha huido y se desconoce su paradero.
La política oculta el odio a los europeos
Marino Keulen, el alcalde de la localidad de Lanake, donde reside el sacerdote, como es de costumbre entre el establishment político europeo, se apresuró a desestimar el patrón de odio étnico contra la población nativa europea y en especial contra los católicos presente en un porcentaje considerable de quienes han arribado en esta controversial oleada migratoria: «Este incidente no puede vincularse a un acto terrorista» dijo.
La semana pasada habían degollado a otro cura
Pocos días antes, en la región de Normandía, en Francia, dos «refugiados» musulmanes tomaron por asalto un templo cristiano donde asesinaron al sacerdote degollándolo y decapitándolo frente a varias personas.